domingo, 31 de diciembre de 2023
Unas breves reflexiones sobre el 2023 y lo que viene
viernes, 29 de diciembre de 2023
¿Un mejor año 2024?
En La Tercera
El crecimiento anual del PIB de Chile en el trienio de crisis y recuperación de 2020-2022 fue superior (2,7%) al del mundo (2,3%) y al de América Latina (1,4%). Esto se explica por el desempeño de 2021 (11,7%), fruto de un fuerte aumento de la demanda interna, incluso superior al de 1971. No fue programado por el gobierno de Sebastián Piñera, sino que resultó de un peligroso desborde institucional. Pero el hecho es que tuvo un gran resultado en crecimiento, con el costo, como era de esperar, de un aumento del déficit en la cuenta corriente, producto de una fuerte expansión de las importaciones, aunque financiado sin problemas por las repatriaciones de fondos de pensiones para cubrir los retiros.
El problema se produjo con la inflación. Reforzando una visión ultraortodoxa, el Banco Central interpretó, con cálculos dudosos, que las tensiones en las cadenas globales de suministro y los aumentos de precios de alimentos y combustibles por la invasión a Ucrania, no eran la causa principal de la inflación. Interpretó que debía disminuir a toda costa la demanda interna para controlarla, desechando su carácter transitorio y su origen externo. Realizó un gran aumento de la tasa de interés de política monetaria, especialmente desde marzo de 2022, cuando la presidencia del Banco Central pasó a manos de una ex funcionaria de Libertad y Desarrollo. Esto se acompañó de un inusitado ajuste fiscal para 2022 (-23% de gasto) programado por el gobierno saliente, uno de los más altos del mundo.
El ajuste recesivo aplicado llevó a un menor crecimiento en 2022 y a un estancamiento en 2023. El buen crecimiento no programado dio lugar a una drástica caída programada de la economía, ironías aparte. La desinflación llegó en 2023, solo que de la mano de la del resto del mundo. Según la Cepal, la inflación de América Latina y el Caribe pasó de 8,2% en 2022 a 3,8% en 2023, con un crecimiento del PIB de 2,2%. En Chile la inflación anual pasó de 12,8% a 4,8%, pero sin crecer.
¿Tenía sentido deprimir la demanda interna cuando el grueso de la inflación provino del impacto de los precios externos, primero al alza y luego a la baja desde mediados del año pasado? La presión de demanda era necesariamente temporal al agotarse el efecto en el consumo de los tres retiros de los fondos de pensiones y por el fin de las ayudas por la pandemia, junto a la pérdida de poder adquisitivo producto de la inflación. Ese brote no debió ser atacado como si fuera a persistir, y sin considerar una respuesta de la oferta que funcionó bastante bien. El sector de comunicaciones, por ejemplo, no solo se expandió sino que bajó sus precios.
La fuerza de los hechos ha llevado poco a poco a un cierto abandono de la ultraortodoxia. Por ello, el crecimiento de 2024 rondará el 2% y permitirá alejarse de la recesión. El Banco Central empezó a bajar la tasa de interés desde agosto, a paso demasiado lento pero positivo para la actividad. La política fiscal será algo más expansiva, con un aumento del gasto de 3,5%. También ayudará el que las condiciones financieras externas, con la anunciada baja de tasas en Estados Unidos, serán mejores y el que, aunque la incertidumbre permanecerá, el crecimiento mundial será, según el FMI, algo mayor que el 2,8% de 2023 y llegará a 3% en 2024-2025.
Genialidades
En El Clarín
¿Tenía sentido deprimir la demanda interna cuando el grueso de la inflación provino del impacto de los precios externos, primero al alza y luego a la baja desde mediados del año pasado?
La revista The Economist puso en buen pie comparativo a Chile a nivel internacional en 2023, a pesar de un estancamiento del PIB. El desempeño económico reciente de Chile se resume en una caída del PIB similar a la América Latina en la crisis del Covid-19 (-6,1%) y superior a la de la U.E. y EE.UU. en 2020, un fuerte crecimiento liderado por la demanda interna en 2021 y un posterior ajuste recesivo que llevó a un menor crecimiento en 2022 y en lo que va de 2023. En 2022, el aumento del PIB de Chile (2,4%) fue menor que el del agregado mundial (3,4%) y el de América Latina y el Caribe (4,0%), aunque algo superior al 2,1% de Estados Unidos. En el trienio de salida de crisis 2020-2022, el crecimiento promedio del PIB de Chile es superior al del resto de las economías, explicado por el alto crecimiento de 2021 (11,7%).
No obstante, hay un énfasis en el análisis del semanario británico en el buen comportamiento de la bolsa y un análisis de la inflación simplista.
El Banco Central de Chile ha mantenido una política monetaria altamente restrictiva desde marzo de 2022, con grandes aumentos de la tasa de interés de política monetaria hasta 11,25%, lo que recién empezó a relajar poco a poco a partir de agosto pasado, como se reseñó, y mantiene en un 8,25%. La consecuencia es que creció muy poco la economía en 2022, ayudada por una política fiscal de fuerte ajuste a la baja, y se estancó en 2023. Esto ocurrió como respuesta equivocada a un fuerte crecimiento del PIB en 2021 por incremento de la demanda. Esa expansión era por una vez y no debía ser atacada como si fuera a persistir, y sin considerar factores de respuesta de la oferta que funcionaron bastante bien frente a la súbita presión de la demanda. Un ejemplo es el sector de servicios de comunicaciones, que se expandió mucho y al mismo tiempo bajó sus precios (ver la respuesta de la oferta y su incidencia en la desinflación en el caso de Estados Unidos en el texto de Mike Konczal, 2023). La presión de demanda era necesariamente temporal al agotarse el efecto en el consumo de los tres retiros de los fondos de pensiones y dado el fin de las ayudas por la pandemia, junto al efecto de los propios aumentos de precios en la pérdida de poder adquisitivo de los hogares. El aumento de los precios externos también tenía causas transitorias, como las restricciones parciales de oferta en la salida de la crisis del COVID y los efectos de corto plazo de la guerra de Ucrania en los precios de los alimentos y combustibles.
Se ha producido efectivamente una desinflación en 2023 en Chile. Solo que es como la del resto del mundo, sin nada mayormente distintivo, pero con un estancamiento del PIB. Según la CEPAL, la inflación de América Latina y el Caribe pasó de 8,2% en 2022 a 3,8% en 2023, con un crecimiento del PIB de 2,2%. En Chile la inflación anual pasó de 12,8% a 4,8% sin crecer.
¿Tenía sentido deprimir la demanda interna cuando el grueso de la inflación provino del impacto de los precios externos, primero al alza y luego a la baja desde mediados del año pasado?
¿Y afectar la creación de empleo? En Chile, es cierto, toda idea de pleno empleo ha sido abandonada. Se trata, sin embargo, un objetivo racional básico de una política económica orientada al interés general. Es el «síndrome del martillo» de Maslow: si tengo un martillo, entonces lo uso golpeando una y otra cosa y no solo clavos, en este caso aumentando la tasa de interés de manera desmedida sin considerar los efectos evitables en la actividad y en el empleo, martillando un brote inflacionario transitorio como si fuera permanente.
También cabe hacerse la pregunta que todo economista debe formular siempre: ¿a quiénes favorecen o perjudican las medidas de política que se toman? ¿Quién se beneficia con una baja creación de empleo y una oferta amplia de fuerza de trabajo? ¿Los que viven de su trabajo o sus empleadores? Estos últimos son los que evitan, a través de un alto desempleo (8,9% de la fuerza de trabajo hoy) que los asalariados logren una mayor capacidad de negociación en el reparto del ingreso producido en las empresas. Esta es una de las claves de la desigualdad en la distribución de los ingresos en Chile, en beneficio de las utilidades de los poseedores del capital, junto a la baja participación de la mujer en el trabajo remunerado.
Y también es una de las claves la tendencia ortodoxa de la mayoría de los economistas chilenos de ajustar los choques que afectan a la economía manteniendo una demanda agregada insuficiente, cuyos efectos macroeconómicos afectan el crecimiento. En efecto, los ingresos de los asalariados se consumen casi en su totalidad, por lo que al ser más bajos en relación a los del capital no son un factor que empuje lo suficiente el dinamismo de la demanda interna y de la creación de empleo. Al no traducirse necesariamente los ingresos del capital en inversión doméstica y al mantenerse como ahorro en Chile o el exterior (las salidas de capital han sido significativas, compensadas en parte por la inversión extranjera), entonces esto se constituye en uno de los factores de contracción del crecimiento potencial de mediano plazo.
Para lograr una mayor inversión autónoma de las empresas, se requiere de un horizonte de demanda suficiente en el mediano y largo plazo, constituido de manera predominante por el consumo de los hogares y el gasto corriente y la inversión del gobierno, de una manera compatible con las capacidades de respuesta de la oferta y los equilibrios fiscales y externos. La demanda externa, por su parte, es enteramente exógena y sus precios relativos dependen en parte del tipo de cambio. La política doméstica puede eventualmente ayudar a mantener un tipo de cambio más estable y competitivo, junto a una política de innovación y transferencia tecnológica más activa y un financiamiento de costo abordable, especialmente para las pymes, y de plazos más largos. Nada de esto puede dejarse solo a los vaivenes de los mercados.
La reforma del sistema político
La reforma del sistema político es más que necesaria. Solo que la oposición y el gran empresariado, que son más o menos lo mismo, entienden este concepto como volver a algo que se parezca lo más posible al sistema binominal, para obtener ventajas en la representación de la derecha en las instituciones y bloquear los cambios en el sistema económico-social "híbrido" que nos rige, en especial en materia de control sobre la explotación de los recursos naturales (concesiones mineras, litio, pesca), el régimen tributario y de regalías, el régimen laboral, el sistema de pensiones, el régimen de seguros de salud y los subsidios incondicionales a la educación privada, entre otros temas cruciales para el bienestar de la mayoría social y la igualdad efectiva de oportunidades y derechos.
Ya las tiene en el Senado, donde hay circunscripciones que siguen siendo binominales y eligen dos senadores/as. Con un tercio más un voto se obtiene lo mismo en escaños que con dos tercios menos un voto, lo que tiende a favorecer a la derecha. En otras se eligen muy pocos representantes en relación a la población, lo que también tiende a favorecer a la derecha, más fuerte en regiones poco pobladas y rurales. La guinda de la torta es la Región Metropolitana, que cuenta con solo 5 escaños: con el 40% de la población elige solo el 10% de los senadores, consagrando una insólita desigualdad del voto. Esto podría concebirse para una cámara que representara a la regiones y no a los ciudadanos, pero en ese caso no debiera tener facultades co-legisladoras sino solo de revisión propositiva de las leyes, como en diversas democracias avanzadas.
jueves, 28 de diciembre de 2023
El acuerdo CODELCO-SQM sobre la explotación del litio en el Salar de Atacama
jueves, 21 de diciembre de 2023
Tablas
Con el resultado del plebiscito constitucional del 17 de diciembre, se alejó la perspectiva de entronización de una institucionalidad con rasgos autoritarios y liberticidas, alejada del principio de mayoría en la formación de las leyes y con una mayor desigualdad del voto. Ésta, además, ponía en entredicho derechos de las mujeres, restringía derechos sociales, consagraba el predominio de la propiedad privada por sobre los bienes comunes y la seguridad social y establecía un sistema tributario regresivo.
Se podía conjeturar, con fundamentos, que los resultados a favor de la extrema derecha de septiembre de 2022 y mayo de 2023 se podían prolongar en diciembre de 2023. No había nada muy nuevo en el escenario, en especial en materia de valoración de la acción del gobierno, arrinconado en los temas de seguridad e inmigración, golpeado por escándalos de mal uso de recursos públicos por nóveles activistas y nóveles autoridades, y sin una agenda social muy significativa en medio de una economía languideciente. Fue el “año en que vivimos en peligro”. Pero prevaleció a la postre una especie de sentimiento general de valoración de la democracia. El voto mayoritario fue contra la pérdida de derechos de la propuesta constitucional de Kast y su grupo, que arrastró a una derecha tradicional carente de posturas consistentes y menos aún de voluntad de producir un acuerdo de amplio espectro.
Sin embargo, el acuerdo estaba ahí, con el borrador del grupo de expertos que fue consensuado por representantes de prácticamente todo el espectro político institucional, y fue desechado por la derecha, en un acto de irresponsabilidad histórica.
Ahora tenemos, después de cinco votaciones constitucionales desde octubre de 2020 -nada parecido ha ocurrido nunca en algún otro país del mundo- un resultado que en términos ajedrecísticos se puede llamar de «tablas», es decir un empate. No hay nueva constitución progresista y tampoco una de ultraderecha. Pero persiste una leve ventaja para el progresismo, pues en agosto de 2022 se bajaron los quórum de reforma constitucional y en enero de 2023 se aliviaron los candados en las leyes orgánicas de la constitución vigente. Además, sigue estando ahí el borrador de los expertos para ser incorporado en lo necesario a la actual constitución, incluyendo el Estado democrático y social de derecho, cuando aparezca una mayoría de 4/7. Sin embargo, todo hace pensar que la derecha va a preferir el camino de la confrontación, azuzada por un empresariado a la ofensiva para evitar toda reforma tributaria y toda pérdida de espacios de los privados en la seguridad social, la atención de salud y la educación, o bien modificaciones a la legislación laboral que pudieran fortalecer a los sindicatos.
Ese es el nuevo escenario en que se desenvolverá el conflicto político, con una creciente polarización provocada, además, por la competencia en la derecha por quien expone mayor dureza en la agenda de destrucción del gobierno y de predominio de la agenda de seguridad e inmigración en el espacio público, en detrimento de toda agenda social y económica. Ocurre que la oligarquía se comporta como tal y su conducta es la de desplegar todo su poder para preservar sus privilegios, sin mayores matices. Sus representantes más conspicuos llegaron a autocalificarse, en una vorágine de arrogancia después de los resultados de septiembre 2022 y de mayo 2023, de «verdaderos chilenos«, como si los demás no lo fuéramos. El gran empresariado mostró, por su parte, su cara política más cruda al apoyar a la extrema derecha en el tema constitucional y a propósito de los 50 años del golpe militar.
Otra conjetura verosímil es que persistirá una volatilidad del votante emocional sin anclaje ideológico, a cuya cara de adhesión al orden acude la derecha con sus campañas del miedo, en ocasiones con éxito. Su otra cara es la demanda por más protección y movilidad social, que busca ser cubierta por el progresismo, con éxito cuando logra poner esa agenda en el escenario público y dispone de los medios gubernamentales y parlamentarios para concretarla. Persiste, por otro lado, el dato sociológico de una alta proporción de personas -aunque no una mayoría estable- que no ve como problema la concentración del poder económico y adhiere al autoritarismo y a valores ultra-individualistas o conservadores. Es una minoría consistente, capaz de conformar mayorías si sus conductores logran infundir percepciones de crisis y desgobierno que arrastran al electorado volátil.
Las fuerzas progresistas y de izquierda deben constatar que ese es el país realmente existente y que su rol es persistir en transformarlo. Eso solo puede ocurrir con un programa de cambios para conquistar más derechos y protecciones sociales y de los bienes comunes, sustentados en una gestión de la economía volcada a un crecimiento inclusivo y sostenible.
Adoptar el lenguaje del centrismo y su lógica del acomodo no tiene credibilidad, y menos en tiempos polarizados, y tampoco el de la dureza autoritaria, terreno en el que la derecha tiene galones insuperables anclados en la cultura de la hacienda. Tampoco tiene sentido coquetear con el neoliberalismo que insiste en “soluciones de economía de oferta” para reactivar la economía, basadas en desregularlo todo en beneficio del capital. Llaman “permisología” a las normas laborales y ambientales que son esenciales para la buena salud de la economía en Chile y en todas partes, lo que no impide sostener que apurar y simplificar trámites y remecer a las burocracias será siempre saludable. Pero en realidad lo que persiste es la vieja fantasía oligárquica que quiere maximizar las utilidades de sus grandes empresas sin consideración por las personas y el ambiente, y de paso ojalá no pagar muchos impuestos y no rendirle cuenta de nada a nadie. ¿Por qué andar pidiéndole permiso a la sociedad, esa vana molestia, si yo soy el dueño del poder económico, que es el que debe prevalecer? Todo esto supuestamente aumentaría el crecimiento, en lo que ya fracasaron, para los olvidadizos, los Chicago Boys a un alto costo social, de concentración de mercados y de desindustrialización y pérdida del tejido de pymes, entregando, además, recursos comunes a intereses externos que dejaron de estar al servicio de la nación y sus necesidades. Las repatriaciones de utilidades al exterior por empresas transnacionales, mineras y financieras, alcanzaron a 23,9 mil millones de dólares en 2022, cerca de un 8% del PIB. La inversión extranjera está muy bien, solo que tiene un costo muy alto para el país cuando está mal regulada: no solo hay ingresos, sino también egresos, en este caso de sobreutilidades. La nueva regalía minera permitirá solo una mínima contribución a los ingresos del gobierno y las regiones de una renta que pertenece a todos y no a los accionistas de transnacionales, con un precio del cobre que subirá en los próximos años y una demanda futura en expansión.
El desafío, en cambio, es seguir construyendo un camino igualitario y libertario con un mucho mayor caudal de apoyo en la ciudadanía. Eso solo se logrará en tanto se vaya demostrando con hechos tangibles -en materia de empleo, salarios, atención de salud, acceso a la educación, pensiones, vivienda y entornos urbanos seguros- que recorrerlo es más meritorio y tiene más sentido como alternativa para ampliar derechos y promover una prosperidad compartida, sostenible y segura. Se trata de convencer de una realidad: mantener una sociedad desigual, discriminatoria e insegura, ensimismada en el miedo y en el rechazo al otro, empequeñece al país. En materia económica, no se debe olvidar que lo que en realidad dinamiza la oferta no son empresas sin reglas, pero que no tienen a quien venderle lo que producen (recordemos que el comercio se encuentra actualmente deprimido), sino flujos de corto plazo suficientes de demanda de consumo y de inversión. Esta última es, a su vez, la que dinamiza la producción, el empleo y los salarios en el mediano y largo plazo y debe expandirse a la brevedad, en especial la construcción y las obras públicas sostenibles, junto a un mayor apoyo a las pymes y a las empresas tecnológicas e innovadoras emergentes. Un nuevo impulso exportador y sustituidor de importaciones de mayor valor agregado sigue siendo una gran tarea pendiente, que no se hará sola sino con un deliberado esfuerzo público-privado de financiamiento de la diversificación y la transferencia y desarrollo tecnológico apropiado para mejorar la productividad sistémica de la economía. Esto requerirá mantener un tipo de cambio competitivo y un mayor esfuerzo de conquista de mercados externos.
La tarea la tienen ahora el presidente Boric y su coalición de apoyo, junto a las eventuales energías de movilización ciudadana que lo acompañen, para enfrentar y superar con más convicción y claridad política y argumental el bloqueo parlamentario y mediático de la oposición. Este se ejercerá tanto en las reformas de salud, de pensiones y tributaria como en cualquier otro avance social y cultural que empuje el gobierno. Vendrán dos años difíciles, pero gobernar para las mayorías nunca ha sido fácil.
lunes, 18 de diciembre de 2023
Retomando la reforma de pensiones
En Facebook
Anualmente las AFP cobran más de mil millones de dólares en comisiones y se llevan un margen mayor al 50% de los ingresos que reciben. Este es superior en un 120% a los costos de la operación del sistema, en un negocio que recibe ingresos asegurados por el Estado todos los meses provenientes de las cotizaciones obligatorias.
sábado, 16 de diciembre de 2023
Plebiscito: reflexiones a partir de los acontecimientos de los últimos días
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Lo esperable: se filtra ilegalmente a días del 17/12 la carpeta de investigación sobre fundaciones para intentar otra vez involucrar al ministro Carlos Montes, que no tiene nada que ver con un esquema de transferencias a privados manejado por los seremis sin licitación ni concursabilidad. En este caso, se trata de nóveles activistas del partido RD que buscaron el camino del dinero del Estado, con la aparente connivencia de una novel diputada RD y el aparente aval de una novel subsecretaria RD, y cometieron, al parecer (lo que aún no está probado), delitos de fraude al fisco, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias, según la fiscalía.
domingo, 10 de diciembre de 2023
Dos posteos sobre seguridad pública
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28 de noviembre
5 de diciembre
Tres posteos sobre educación
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5 de diciembre
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