En estos días la Democracia Cristiana deberá tomar decisiones que determinarán su futuro. El punto de partida son dos hechos básicos: su declive electoral progresivo (pasó del 30% en 1989 al 13% en 2016) y sus crecientes divergencias programáticas y políticas internas y con otras fuerzas de la actual coalición de gobierno. Para algunos en la DC la permanencia en una alianza de centroizquierda terminaría por poner en cuestión su identidad de centro y explicaría el declive. Pero no llegan a proponer una alianza de gobierno y parlamentaria con la derecha, lo que dividiría al partido. Y tampoco una estrategia de camino propio, que luce inconducente. En esa indefinición, el sector conservador de la DC se ha permitido una conducta de oposición al gobierno del que forma parte y a aspectos clave del programa presidencial que firmó, provocándole una pérdida de coherencia y un desgate a la actual administración. Además, ésta ha abundado en problemas variados de enfoque de política y de gestió...