domingo, 10 de diciembre de 2023

Dos posteos sobre seguridad pública

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28 de noviembre

El sheriff del condado
La derecha busca, lo que no es demasiado nuevo, poner al gobierno entre la espada y la pared con el tema de la seguridad, procurando hacerlo aparecer como desbordado e incapaz de manejarlo. Esto se acompaña de la petición recurrente de más estados de excepción, ahora para Santiago (un exabrupto evidente), y de citar a reuniones a un consejo de seguridad que incluye a las FF.AA. para ponerlas como supuesta solución providencial, lo que es un espejismo y no es propio de su tarea constitucional. De paso, los conservadores mezclan cada vez que pueden la inmigración, que es un fenómeno global y también específicamente vinculado al colapso de países de la región, con la delincuencia, que es nacional en una muy alta proporción. El objetivo: desacreditar la gobernabilidad democrática frente a fenómenos complejos de alcance internacional y de intensidad creciente. Y en la coyuntura, llevar agua al molino de la aprobación de la constitución de la extrema derecha, supuestamente orientada a la seguridad, como si éste fuera un tema constitucional. Aparte de dos o tres frases sin consecuencias, su texto sobre todo busca proteger los intereses oligárquicos en materia institucional y económico-social.
Esta ofensiva "destituyente" requiere de una respuesta fuerte y clara: se trata de una intencionalidad desleal que debe ser reprochada con fuerza. En vez de seguirle la corriente, claro. El gobierno está al mando y su política es una de seguridad democrática, que fortalece día a día la acción de las policías, con la colaboración de las FF.AA. en las fronteras y en la Zona Sur.
Estas policías son las que, dicho sea de paso, deben estar a cargo de la comunicación cotidiana sobre su accionar frente a la delincuencia. No tiene sentido que las autoridades de gobierno reaccionen ante cada hecho delictivo. Asumirse como jefes de policía es absurdo. Su rol es otro, y no incluye dejarse llevar por el clima de alarma que todos los días alimentan los medios televisivos para sostener su rating. Es su gran negocio. No es el rol del gobierno ni de los dirigentes políticos, que no deben ponerse a competir ("noviembre rojo") en la multiplicación de un clima de alarma y de populismo penal y represivo mediante más y más gesticulaciones mediáticas. La población sabe apreciar el abordaje serio de un problema serio.
Un ejemplo: la creación de un Ministerio de Seguridad, que se promueve desde hace años, no tiene sentido pues para eso está el Ministerio del Interior con sus subsecretarías dedicadas al orden público y a la administración del territorio, que es un error separar. Son parte de una misma tarea de orden y seguridad democrática. La idea de este ministerio, que evidentemente no soluciona nada, es la guinda de la torta de la inflación legislativa y de la parafernalia securitaria. Como si permitiera bajar un milímetro los niveles de delincuencia, lo que ya se vio en el gobierno de Piñera, cuya retórica de supuesta firmeza fue un mero bluff frente a un fenómeno con causas económicas, sociales y culturales de largo aliento, junto a evoluciones recientes del crimen organizado, especialmente las extensiones del narcotráfico desde distintos países de América Latina, como México, Venezuela y los países andinos, pero cuya base es el consumo de drogas en Estados Unidos y Europa.
El aumento de los homicidios en Chile es una realidad, propia de penetraciones del crimen organizado y de sus prácticas de sicariato, secuestros y extrema violencia. Enfrentarlas no es fácil, para este gobierno o cualquier otro. En vez de actuar con sentido de responsabilidad común, la oposición ocupa deslealmente este tema para atacar con ferocidad al gobierno, que no se defiende lo suficiente.
El gobierno actual está combatiendo esta nueva realidad con nuevos instrumentos legales y operativos que refuerza día a día, en un contexto en que Chile mantiene, y por muy lejos, una de las tasas de homicidio más bajas de América Latina, lo que debe decirse una y otra vez por las autoridades. Ni los subsecretarios del área ni la ministra del Interior tienen funciones operativas, y deben asumir el rol que les corresponde, que no es el de sheriff del condado, como decía un ministro del Interior en otras épocas, sino el de conductores de las políticas de seguridad. Los crímenes violentos realizados por bandas, incluyendo los ajustes de cuentas en las disputas de territorios, los secuestros extorsivos y muchos de los robos con violencia, están siendo perseguidos por las policías, con éxitos importantes en diversos aspectos. Lo propio ocurre con el narcotráfico de gran escala.
Combatir el microtráfico y su extensión progresiva ya es, en cambio, una tarea que va mucho más allá de las policias, y debe incluir a la sociedad civil, a los gobiernos regionales, los municipios, las escuelas y los diferentes servicios de la política social, dada su dimensión preventiva y de conexión con las comunidades. En el universo de los 400 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, según los datos del INE, el tema no es la represión policial, aunque ésta debe ser eficaz y proporcional y estar presente en los diversos territorios afectados cuando es requerida. En esos espacios se debe desplegar la multifactorial tarea de mediano y largo plazo de revitalización del tejido social, consolidación de un urbanismo integrador y la creación de más opciones suficientemente atractivas de empleo, formación profesional y educación. Esto se debe acompañar del refuerzo de la acción preventiva de una policía más próxima que colabora con los vecinos y la comunidad organizada. Y también de un mejor sistema carcelario y de reinserción. Estas son tareas lentas y no siempre visibles, pero son las únicas que permitirán paso a paso combatir consistentemente las distintas formas de delincuencia que afectan al ciudadano común.
Anclarse en la retórica del miedo y la descalificación no soluciona nada ni conduce a nada.


5 de diciembre

La izquierda y la seguridad pública
Ser de izquierda es luchar por una sociedad más libre y por tanto necesariamente más justa, pues la libertad no puede ser la de una oligarquía privilegiada que concentra el poder y la riqueza sino aquella que es ejercida por todos los miembros de la sociedad con medios de vida dignos basados en el trabajo y, en su caso, en la solidaridad, oligarquía que además deja hoy a las nuevas generaciones una pesada carga ambiental. Mantenerse en esa postura lleva con frecuencia a confrontar a los poderes constituidos. Esto requiere una actitud, una disposición a ir contra la corriente y a resistir las subordinaciones, los lugares comunes dominantes y las modas.
Hoy se está dando por enésima vez a la izquierda por obsoleta (ver https://gonzalomartner.blogspot.com/.../quo-vadis... y https://gonzalomartner.blogspot.com/.../esta-en-crisis-el...). Y también ahora resulta que "el atributo de la gestión en materia de seguridad no es uno que históricamente se le asigne a la izquierda", dicho nada menos que por el subsecretario del Interior. Se suman voces a esa corriente que da por buenos todos los discursos de la derecha. Aunque sean relativamente jóvenes, eso no los exime de hacer un poco más de esfuerzos de memoria.
Cuando la izquierda ha gobernado, ha tenido una especial preocupación por la seguridad pública (y por la defensa nacional, dicho sea de paso). Lo que pasa es que no lo hace desde el autoritarismo violento al que no le importa violar los derechos humanos y no tiene visión de contexto sobre los fenómenos delictuales, sino que desde un sentido democrático y social de la autoridad. Y lo hace con mucho mayor eficacia.
Durante la Unidad Popular, destacó la figura de Daniel Vergara como subsecretario del Interior en sus ingentes esfuerzos de mantención del orden público, alterado por los opositores y los permanentes atentados realizados por Patria y Libertad y otros grupos financiados desde el exterior y por la oligarquía económica, a los que el gobierno pudo contener sin violar derecho humano alguno, lo que explica que necesitaron de un golpe militar para interrumpir la vigencia de las libertades sostenida por un gobierno de izquierda contra viento y marea. Cuando grupos extraviados y probablemente infiltrados asesinaron al ex ministro del Interior Pérez Zujovic en 1971, las fuerzas de seguridad encabezadas por Eduardo Paredes, entonces Director de Investigaciones, dieron cuenta del tema en cuestión de horas. Como algunos de sus autores habían sido miembros del MIR, Miguel Enríquez puso a disposición sus fuerzas para dar con quienes ponían en peligro el proceso democrático encabezado por Salvador Allende. Un tema gravísimo, que inclinó hacia la oposición a la Democracia Cristiana, pero que fue resuelto sin dilaciones y con la máxima energía. Por la izquierda, para los con mala memoria.
Durante el gobierno de Patricio Aylwin, grupos extraviados originados en el Partido Comunista y el MAPU decidieron realizar acciones que ponían en peligro la estabilidad democrática en precaria construcción, amenazada por la permanencia del dictador en la comandancia en jefe del Ejército, al acecho de cualquier cuadro de violencia para volver a tomar el poder en nombre del orden desbordado. Uno de los últimos que había intentado crear, después del fracaso del inicio de la guerrilla de Los Queñes que quiso instalar sorprendentemente Raul Pellegrín sin ninguna base política ni operativa el 21 de octubre de 1988, fue el asesinato de Jécar Neghme, nada menos que en septiembre de 1989. Pinochet buscó provocar una reacción violenta del MIR, que no se produjo pues su dirección política analizó adecuadamente la situación, y seguir maniobrando para un desconocimiento del vuelco del país a la democracia con el plebiscito de 1988 y las reformas pactadas de 1989. Que esos pactos fueran insuficientes para recuperar una democracia soberana y producir una redistribución de ingresos y el control de la concentración económica, es harina de otro costal, lo que terminó por estallar en 2019 como demostración de que la inseguridad pública y las desigualdades y abusos interactúan directamente entre sí como trasfondo estructural.
Los atentados del FPMR-A (aquel contra Leigh fue el 21 de marzo de 1990, a días de instalado el nuevo gobierno) y del grupo Lautaro favorecieron la idea de que la democracia no podía contener el desorden y el terrorismo y que se debía volver a la brevedad a la dictadura, también con sospechas de infiltración. Los desvaríos incluyeron el asesinato en enero de 1989 de un alto dirigente del FPMR Autónomo por la jefatura del grupo, acusado de traición, y culminó con el atentado contra Jaime Guzmán en abril de 1991 por una fracción del grupo, quien había sido elegido senador, aunque no nos gustara a quienes criticamos su rol de apoyo civil a la dictadura y sus crímenes. Y también con el asesinato por la espalda de jóvenes policías sin vínculo alguno con la represión dictatorial por el grupo Lautaro. La política de la izquierda gubernamental fue buscar la justicia en las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura a través de los tribunales, lo que ha venido ocurriendo desde entonces, con fracasos y victorias. Muy bien, pero ¿quiénes terminaron haciéndose cargo de contribuir a restablecer el orden público y de desarmar la amenaza de la instalación de una lucha armada endémica en democracia, del tipo de la ETA en España? Las fuerzas de la izquierda gobernante, para los con mala memoria.
Se trató de una política de combinación del uso de una precaria institucionalidad y de la acción operativa de la Policía de Investigaciones. Hubo episodios dolorosos con resultado de muerte, algunos muy cuestionables. Pero los jefes y dirigentes de las dos organizaciones armadas responsables de asesinatos en democracia fueron puestos a disposición de los tribunales, sin torturas ni ejecuciones (unas "memorias" de un infiltrado que habla de supuestas torturas nunca denunciadas por nadie no son más que inventos). Hoy hay todavía quienes cuestionan esa decisión. Están en su derecho. Pero no pueden desconocer su eficacia operativa y política. Los autores de asesinatos y delitos inaceptables en democracia fueron encarcelados por mucho tiempo, y la regresión autoritaria perdió fuelle decisivamente. Una década después los autores de esos delitos fueron amnistiados, también por la acción de la izquierda gobernante. Dígase lo que se quiera, pero no que la izquierda no ha actuado históricamente con determinación en los temas de seguridad pública, y con lógica democrática y de respeto de los derechos humanos, como corresponde en una sociedad civilizada. Esta definición es anterior al tema del Estado social y a unas u otras búsquedas de profundización democrática.
Al subsecretario del Interior actual le toca perseguir la delincuencia y las nuevas expresiones violentas del crimen organizado. Es su trabajo, en el que él y sus predecesores han encontrado siempre el apoyo de la izquierda gobernante, con el límite del respecto del derecho y de la legalidad. Y está equivocado cuando en ocasiones se suma al penoso populismo penal hoy en boga y no defiende el compromiso histórico de la izquierda con la seguridad pública.
Ese compromiso distingue el rol de las policías, que deben luchar por mandato de la sociedad implacablemente contra la delincuencia, en el marco del derecho y con todo el apoyo estatal, del rol de la sociedad en su conjunto en la materia. Ésta debe luchar contra las causas culturales, sociales y económicas de la delincuencia. La izquierda nunca ha tenido un problema con la seguridad, sino que ha actuado como corresponde cuando corresponde, sin rehuir su responsabilidad, y además poniendo por delante sus causas estructurales. Es la lógica de la seguridad democrática. Ahora les toca actuar a las autoridades vigentes. Pero si se busca popularidad en una especie de nicho securitario, lo que es un albur pues nunca se logra demasiado en esas posiciones, que no se acuda a pretextos dónde no los hay. Las frases para quedar bien con la derecha, que se las lleve el viento.


Tres posteos sobre educación

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5 de diciembre

Adquirir las capacidades fundamentales en la escuela

Reproduzco extractos de la importante entrevista en El País a Luis Benveniste, especialista del Banco Mundial. A retener como objetivos del sistema escolar: lograr la capacidad de leer un texto y comprenderlo a los 10 años, hacer matemáticas básicas y adquirir las capacidades socioemocionales fundamentales, como la resolución de problemas de comunicación, en tanto punto de partida indispensable para adquirir otros conocimientos. Los medios: disminuir el número de alumnos por curso, invertir en libros de texto, en curriculums escalonados a lo largo del año y en capacidad docente, incluyendo pedagogía y manejo del aula. Para tener en cuenta.
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“En muchos países del África subsahariana, por ejemplo, un aula puede llegar a tener 70, más de 100 niños... Es muy difícil para un maestro enseñar a leer a una clase tan diversa. Claramente, una reducción del tamaño es fundamental; pero, luego también lo es poder invertir en libros de texto, capacidad docente… son insumos fundamentales para lograr el aprendizaje.”

“Asia verdaderamente ha tenido una performance excelente. Corea del Sur, Singapur, China, Vietnam... ―un país con recursos mucho menores que muchos países de Europa― tienen una capacidad para apoyar el aprendizaje de los conocimientos básicos y fundamentales que es impresionante. Hay muchos estudios enfocados en entender cuáles son los ingredientes de Asia. El mundo ha aprendido mucho sobre cómo enseñan las matemáticas, sobre su currículum escalonado ―para ir construyendo conocimientos más complejos a lo largo de un año escolar―, o del rol y la capacitación del docente. Por ejemplo, Corea puso mucho énfasis en la pedagogía y el manejo del aula, y eso ha impactado en el aprendizaje.”

“Y también recordemos que América Latina fue una de las regiones más impactadas por la covid y los cierres de escuela han sido de los más largos del mundo [225 días de media]. Por lo tanto, la pérdida del aprendizaje ha sido notable.”

“Hoy en día estamos centrados en la crisis educativa y en el hecho de que aproximadamente dos tercios de los niños en países en vías de desarrollo no adquieren las competencias más fundamentales; que nosotros referimos como la capacidad de leer un texto y comprenderlo a los 10 años. Hay que asegurarse de que la experiencia educativa aporte las capacidades fundamentales: poder leer, hacer matemáticas básicas, adquirir las capacidades socioemocionales fundamentales ―como la resolución de problemas de comunicación―... Toda la evidencia apunta a que estos son los cimientos básicos para luego poder construir otros conocimientos más profundos, más técnicos. Sin eso, verdaderamente se hace muy difícil potenciar toda la capacidad de una persona.”


6 de diciembre

La prueba PISA 2022 muestra una resistencia en la tormenta del Covid pero constata una década pérdida

La prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) abarcó a 81 países en 2022 y tiene una gran resonancia internacional para evaluar y comparar los resultados de aprendizaje en los sistemas escolares. Como todo indicador de este tipo, tiene limitaciones. No obstante, es una medición útil para evaluar cada tres años (en este caso 4 años por el covid) el nivel de los alumnos de 15-16 años en lectura, matemáticas y ciencias naturales.

El contexto es el de un descenso medio de los países de la OCDE en 2022 respecto a 2018 de 17 puntos en matemáticas, 11 puntos en lectura y 4 puntos en ciencias en medio de la pandemia. Las matemáticas han sido los conocimientos más perjudicados globalmente porque son los que más requieren el acompañamiento directo del profesor y en los que más difícil resulta aprender por cuenta propia o con la sola ayuda de las familias.

La puntuación en Chile en matemáticas mostró una declinación de 417 puntos en 2018 a 412 puntos en 2022, mucho menor que la caída promedio en la OCDE, luego de un retroceso previo de seis puntos entre 2015 y 2018. Se acumuló así una caída de 11 puntos, que situó al país en un nivel menor al de 2015 y similar al observado en 2006. En lectura, se observó una caída de 4 puntos en 2022 respecto a 2018, hasta 448, también muy inferior a la del promedio OCDE, pero con un deterioro sumado en las dos últimas pruebas que también alcanza a 11 puntos. Los resultados fueron igualmente inferiores a los de 2015 y volvieron a su nivel de 2008. En cambio, en ciencias los resultados se mantuvieron estables, con 444 puntos, lo que ha ocurrido desde 2006 con pocas variaciones.

Las puntuaciones en las tres materias evaluadas siguen siendo muy inferiores en Chile al promedio de los países de la OCDE. En matemáticas, los 412 puntos estuvieron por encima de países como México, Brasil, Indonesia y Filipinas, pero por debajo de países como Canadá, Suiza, Japón o Corea del Sur. Solo el 44% de los estudiantes alcanzó al menos el nivel 2 de competencia en matemáticas, mucho menos que el promedio de 69% en la OCDE (los estudiantes deben poder interpretar y reconocer, sin instrucciones directas, cómo se puede representar matemáticamente una situación simple). Los escolares chilenos obtuvieron un registro superior al de México o Brasil, pero lejos del de Estonia, Estados Unidos o Singapur. Cerca de un 66% de los estudiantes chilenos alcanzaron el nivel 2 o superior en lectura, frente al promedio de 74% de la OCDE, consistente en identificar la idea principal en un texto de extensión moderada, entre otros temas.

En suma, en 2022 en comparación con 2012 la proporción de estudiantes con un rendimiento inferior a una línea base (nivel 2) no cambió significativamente en Chile en matemáticas, lectura y ciencias. Se puede hablar en este sentido de una década perdida en materia de aumento del aprendizaje escolar.

Este aumento es una meta en la que se debe persistir, si se considera que el desafío es elevar los niveles de conocimiento entre los jóvenes y universalizar sus competencias básicas de lecto-escritura, matemáticas y convivencia. Y, además, formar en un nivel superior a sus mejores talentos. En Chile existe una proporción menor de estudiantes que obtuvo un alto aprendizaje (niveles 5 o 6) en al menos uno de los tres temas respecto al promedio OCDE. En matemáticas, sumó solo un 1%, mientras el promedio OCDE es de 9%. Seis economías asiáticas obtuvieron las mayores proporciones de estudiantes con buenos resultados de aprendizaje: Singapur (41%), Taipei (32%), Macao China (29%), Hong Kong China (27%), Japón (23%) y Corea del Sur (23%). En lectura y ciencias, el 2% se situó en Chile en un nivel alto, en comparación al 7% de promedio en la OCDE en ambas materias.

El informe también señala que entre 2018 y 2022 la brecha en Chile entre el 10% de los estudiantes con puntuaciones más altas y el 10% de los estudiantes más débiles se redujo en matemáticas, no cambió significativamente en lectura y se amplió en ciencias. Los datos por condiciones socioeconómicas mostraron que los estudiantes más favorecidos superaron a los estudiantes desfavorecidos por 69 puntos en matemáticas (unos 30-40 puntos son considerados equivalentes a un año escolar menos según otros estudios), registro preocupante aunque inferior a la diferencia promedio en los países de la OCDE, que llegó a 93 puntos. A su vez, los niños chilenos superaron a las niñas en matemáticas por 16 puntos, mientras ellas consiguieron mejores calificaciones en lectura.


8 de diciembre

Noticias desde Singapur

Singapur es un pequeño país insular de 5 millones de habitantes, independizado del Reino Unido recién en 1965. Tuve ocasión de visitarlo en 1970, cuando mi familia vivía por un tiempo en Tailandia (si, esas cosas pasan con los funcionarios internacionales como mi padre), cuando era un lugar muy atrasado y pobre, con personas que, por ejemplo, empujaban taxis de propulsión humana. Hoy es uno de los lugares más prósperos y deslumbrantes del mundo y ha obtenido los mejores resultados en la prueba mundial PISA de rendimiento escolar de 2022. Y esto en matemáticas, lectura y ciencias. Si, en las tres materias.
¿Como es el sistema escolar en Singapur? ¿Un milagro producido por la iniciativa privada de las escuelas y las familias, como reza en la materia la leyenda neoliberal? Pues parece que no: desde el primer grado (a los 6 años, dado que la educación pre-escolar no es obligatoria) hasta el grado 12, todos los colegios son públicos y financiados por el Estado. Tanto los profesores como los directivos docentes son seleccionados por el gobierno, dejando autonomía pedagógica a los directivos de las escuelas, que son evaluadas externamente cada 6 años. Esquemas similares son los prevalecientes en la mayor parte de Asia del Este, donde los resultados son igualmente sobresalientes. Lo único privado son las escuelas no financiadas por el gobierno para estudiantes internacionales y también las clases particulares de reforzamiento.
Los padres de familia postulan a sus hijos al sistema escolar y la decisión de ingreso a una escuela es de la autoridad educativa, según diversos criterios. Pagan un aporte de 5 dólares mensuales, como contribución simbólica y de compromiso con la escuela. Al sexto año, los estudiantes pasan un examen que los orienta hacia escuelas que apuntan a la universidad (solo un tercio) o a vocaciones técnicas o artísticas. Existe un coeficiente de 19 alumnos por profesor. Un proceso de evaluación anual mide el rendimiento del profesorado según las competencias establecidas y ayuda a los docentes a identificar sus áreas de crecimiento y desarrollo. Según los resultados, se incentiva económica y profesionalmente a los docentes que han evolucionado de manera positiva y se da formación a aquellos que lo necesitan. Los docentes avanzan por méritos en su carrera.
Recordemos que en Chile las escuelas municipales y de sistemas locales representan solo un 35% de la matrícula, en un sistema segregado, aunque se ha pasado desde el gobierno de Bachelet II a la prohibición del lucro en las escuelas privadas subvencionadas. Cerca de 10% de la matrícula está en colegios particulares pagados por las familias que pueden hacerlo y que concentran buena parte de los mejores rendimientos escolares.
Este sistema chileno privatizado al extremo y todavía segmentado por el dinero busca ser radicalizado por la concepción de la extrema derecha, plasmada en su proyecto de constitución, que señala: "Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a educar a sus hijos o pupilos, y a elegir su educación religiosa, espiritual y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Las familias tienen el derecho de instituir proyectos educativos y las comunidades educativas a conservar la integridad e identidad de su respectivo proyecto de conformidad con sus convicciones morales y religiosas".
Así, para esta ideología conservadora la educación no se debe entender como un deber de la sociedad hacia la niñez y juventud para asegurar una igualdad básica de oportunidades y a la vez establecer nexos y valores comunes compartidos como nación, como el respeto por el otro, el sentido del esfuerzo y la solidaridad, sino que se busca un predominio y autonomía amplia de las escuelas privadas, ojalá religiosas, incluso en materias curriculares, pero financiadas por el Estado, claro, y con "objeción de conciencia" frente a cualquier obligación pública, por si acaso.
Nada que ver con hacer de la escuela y del profesorado los "artífices y constructores de la nación", como en Singapur, a los que -sin perjuicio del rol formativo del hogar, no siempre positivo ni protector de la infancia, por lo demás- las familias confían la socialización y aprendizajes de sus hijos e hijas.
Reproduzco extractos de una entrevista al matemático Pak Tee Ng, del Instituto Nacional de Educación de Singapur, publicada en El País.

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P. ¿Por qué son tan exitosos en PISA?

R. Nos preocupamos mucho de la educación de nuestros niños, pero no de PISA. Estamos en la prueba para saber cómo nos posicionamos en el mundo, pero no para competir. Nos sirve para entender y aprender del proceso. Por supuesto, es bonito estar arriba en el ranking, pero no es nuestro boletín de notas. Todo empieza en 1965, cuando ganamos la independencia. Nuestra historia es muy corta. Ha sido provechoso que entonces fuéramos tan pobres. Mucha gente pensó: no puedo tener una buena vida, pero trabajo muy duro para mandar a mis hijos al colegio para que tengan la opción de vivir mejor. Ese es el deseo de muchos padres. No tenemos nada más: no hay petróleo, agricultura, madera ni caucho… Solo tenemos recursos humanos y la educación es el gran edificio de nuestro desarrollo nacional.

P. Ustedes cuidan mucho la selección del profesorado.

R. Es así. Somos capaces de reclutar entre el tercio superior de cada cohorte de graduados universitarios. Para cada plaza de profesor tenemos al menos 10 solicitudes. Quieren ser profesores porque hemos trabajado duro para que enseñar sea una profesión respetable. Ellos son los artífices de nuestra nación, quienes ayudan a construir nuestro país. Se puede decir que los maestros son personas que plantan árboles para que otros se sienten debajo y nadie sepa quién los plantó. Tenemos que asegurarnos de que la gente los respete y entonces podremos obtener una mejor educación.

P. ¿Y les pagan bien?

R. Sí. Trabajan muy duro y su salario está a la par de muchas otras profesiones. La mayoría ingresa en la enseñanza no para ser bien pagados, sino porque quieren ser buenos maestros. Pero aunque la gente esté motivada a enseñar, como país tienes que pagarles bien. No te vas a hacer rico, pero sí vas a vivir de forma confortable. Cuando vas a un reencuentro de tu promoción del instituto y dices que eres abogado o doctor, suena bien, pero en algunas partes del mundo la gente no tiene esa consideración tan buena de los maestros, parece que no te queda mejor opción. En el encuentro en Singapur puedes decir con orgullo: “Soy maestro”. Y la gente dice “guau”. Ya sabe: artífices, constructores de la nación.

P. Sus profesores rotan mucho.

R. La política nacional no dice que te tengas que cambiar de centro, pero animamos a cierto movimiento. No todo el mundo tiene que cambiar, es demasiado inestable. Llevar la experiencia a otra escuela es útil. Es muy común que un profesor sea promocionado a jefe de departamento, pero en otra escuela. Y después a otra como subdirector y a la siguiente de director.

P. ¿Ustedes mandan tantos deberes a sus alumnos como en China?

R. En Singapur hay bastantes deberes y estamos reduciéndolos. Queremos crear espacios para que aprendan cosas nuevas y jugar forma parte del aprendizaje. Estamos reflexionando: ¿es absolutamente necesario que hagan tanta práctica de una determinada cosa? Por supuesto que hay que practicar algo, porque si no rápidamente lo olvidamos, pero puede haber un exceso de práctica en detrimento de otras áreas del desarrollo que nos preocupan.

P. Les inquieta el aspecto emocional.

R. Sí, el bienestar mental. Queremos que reciban una educación integral y sana; que crezcan para convertirse en buenos ciudadanos productivos y buenas personas. Por eso la educación del carácter y de la ciudadanía son tan importantes.

P. ¿No los estresa la prueba a la que se los somete al terminar primaria, con 11 o 12 años?

R. Sí, cosas así pueden ser estresantes, pero una cantidad adecuada de estrés puede ser útil. Acabamos de cambiar la forma en que hacemos nuestro examen final de primaria. En lugar de que cada punto cuente, utilizamos bandas de notas. Básicamente, esto significa que la herramienta no es tan afilada. Lo que les decimos es: los exámenes son importantes, pero no son lo único importante en la vida, no te estreses tanto persiguiendo cada punto, pero aprende y hazlo bien.

P. Pero para ingresar en la universidad necesitan calificaciones altas.

R. Antes éramos pobres, intentando resolver otros problemas mayores, y había pocas vías educativas. Ahora queremos que los jóvenes puedan encontrar un camino que les convenga en función de sus distintas personalidades, puntos fuertes y actitudes. Si pudieran encontrar ese camino, nuestro razonamiento es que serían más felices, estarían más motivados. La gente tiene la idea de que solo nos fijamos en las matemáticas, las ciencias… pero ahora tenemos muchos tipos diferentes de escuelas, escuelas de arte, de ensayo… y más problemas que soluciones. Por eso vamos por el mundo intentando aprender de todo el mundo y no al revés.

P. ¿Qué recomendaría a otros para mejorar sus resultados en PISA?

R. No puedo aconsejar a los demás. Soy de Singapur y tenemos nuestras circunstancias. Cada país es diferente, pero hay algunas cosas que son importantes para nosotros y es justo decirlo. En Singapur, la educación es inversión, no gasto. Incluso en tiempos difíciles, no se recorta en educación para que haya coherencia en la inversión; y para que los directores y los profesores sepan que pueden seguir adelante. Los niños necesitan educación, independientemente de si los tiempos son buenos o difíciles. Estamos en la media de la OCDE, no gastamos grandes cantidades. Para nosotros es muy importante invertir en el desarrollo profesional de nuestros directores y profesores. Y hay que asegurarse que la financiación y el esfuerzo son coherentes. Atraemos a gente buena que esté realmente interesada en la enseñanza: los formamos bien y tenemos un sistema educativo muy bueno. Es un trabajo muy duro y puede ser agotador no para la mente, sino para el corazón.

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