No recuerdo exactamente cuando conocí a Claudio Huepe, pero debe haber sido en una fecha próxima a su retorno del exilio. La diferencia de edad no nos había hecho encontrarnos antes. El tenía ya una dilatada trayectoria en la política chilena y yo ninguna. Anudar una amistad y complicidad con él fue dándose en aquella época en que luchar contra la dictadura suponía especialmente tender puentes y construir confianzas para conformar, en la visión de algunos de nosotros, pocos, un gran frente de oposición política y de promoción de la desobediencia civil masiva para lograr una salida política a la situación de dictadura. Esto suena hoy, tantos años después, como algo más o menos obvio. Sin embargo, no lo era. Los acercamientos los hicieron gentes de carne y hueso. El país había vivido una gran división y el derrocamiento del gobierno democrático con su secuela de represiones sangrientas. Entre las personas de izquierda y las pertenecientes a la DC había todavía resquemores y desc...