Al cabo de tres trimestres de ejercicio de gobierno de Sebastián Piñera, evaluar la situación de la oposición lleva a una primera conclusión: no existe. Por supuesto que hay significativas fuerzas políticas que no están gobernando, que representan más o menos a la mitad del país, pero parecen estar dedicadas a otras cosas, seguramente muy importantes. O a realizar tal o cual obstrucción parlamentaria intrascendente o a emitir alguna frase altisonante de vez o cuando, en ocasiones de gusto dudoso. Por supuesto, oponerse al gobierno elegido en un régimen democrático no debe por ningún motivo buscar su derrumbe ni su obstrucción, sino visibilizar permanentemente una alternativa, ojalá con buen estilo, corrección republicana y credibilidad, a ser presentada a los ciudadanos cuando corresponda. ¿Existen razones para oponerse al gobierno de Sebastián Piñera, que fue legítimamente electo? Depende del punto de vista. Si no se comparte, desde luego, su estilo, de frecuente manip...