Unas breves reflexiones sobre el 2023 y lo que viene

En medio de dos grandes guerras en el mundo (las de Ucrania y Palestina, tres con la de Sudán), de un avance en la lucha de 30 años por dejar atrás los combustibles fósiles y de una escalada mediática nacional para infundir temor cada vez que se produce algún crimen mafioso, hubo una gran noticia para el futuro de Chile a finales de 2023. Fue derrotado el intento por parte de los "verdaderos chilenos" de establecer una constitución de marcado sesgo oligárquico.
Cabe en 2024 abocarse a la agenda económico-social con más intensidad.
En posteos recientes, hemos comentado las medidas que toman gobiernos dirigidos por socialdemócratas en Europa, como los de España y Alemania. Donde gobiernan, fortalecen el Estado de bienestar y la distribución de ingresos al margen del mercado, junto a dinamizar la economía. En el caso de Alemania, incluye acuerdos de coalición con los liberales, lo que dio lugar al comentado establecimiento en 2023 y aumento en 2024 del "sueldo ciudadano". Este tiene un sentido de justicia pero también de eficacia económica, pues ningún fortalecimiento de la productividad de largo plazo puede sostenerse si se mantiene a una parte de la población en la precariedad, sin ingresos ni formación suficiente, especialmente los jóvenes.
Es lo que nuestra oligarquía y sus representantes políticos se niegan a entender. Y llevó a la virulenta crisis de 2019. Es, por ejemplo, evidente que en materia previsional un acuerdo que refleje la realidad actual de las fuerzas en el parlamento debiera construirse alrededor de un sistema de pensiones mixto. La izquierda ha cedido en su voluntad de establecer un sistema de reparto con cuentas de registros de los aportes ("nocionales") y accedió a mantener las cuentas de capitalización individual para el 10% de las cotizaciones obligatorias de los trabajadores. Eso sí, terminando con las sobre-utilidades de los administradores privados mediante un recaudador colectivo de bajo costo y límites a los márgenes de los inversores privados de los fondos.
El "con mi plata no" al parecer no incluye dejar de transferirle a las AFP todos los meses como utilidades más de la mitad de lo que recaudan de los cotizantes por comisiones de administración, según los datos oficiales. Para engrosar las utilidades de las AFP, "con mi plata si". Para mutualizar riesgos, nada. Esto es simplemente inaceptable. La seguridad social consiste en que se contribuye obligatoriamente a cambio de derechos de pensión según reglas que establece la sociedad. Es extender lo que ya existe en parte: "con mi plata" hoy en Chile, al pagarse el seguro de invalidez y sobrevivencia todos los meses, todos contribuimos a financiar a los actuales y futuros inválidos laborales o a las viudas/os de personas que fallecen siendo trabajadores/as. Podemos ser nosotros mismos. O no. Si no se tiene un problema de salud invalidante o no se fallece durante la vida laboral, el cotizante -ni nadie de su familia- recibirá un peso, a pesar de contribuir toda la vida. Mi cotización en este caso no es de mi propiedad privada, es propiedad de un arreglo social colectivo, que puede o no traducirse en un beneficio personal. Lo mismo se puede decir de los impuestos: los que pago tampoco son de mi "propiedad privada individual", son parte de un arreglo social que permite financiar caminos, equipamientos urbanos, educación, salud, defensa, seguridad, justicia, apoyo a los más desvalidos. La seguridad social y los impuestos son lo que nos permite vivir en sociedad en el mundo moderno y alcanzar mínimos grados de bienestar.
Por ello la derecha debe abrir su posición en el tema del 6% de cotizaciones adicionales previstas en la reforma. Y desde luego abandonar la pretensión de introducir ahí a las AFP, que han demostrado que producen pensiones extremadamente bajas con altísimas utilidades para ellas. Es un simple despropósito.
El gobierno propone que, con el 6% adicional que sería de cargo del empleador y administrado como fondo colectivo, el sistema mutualice en parte las pensiones, igualando en primer lugar las enormes diferencias entre hombres y mujeres y estableciendo un mínimo de pensión contributiva para todos/as. Y propone que otra parte de esos recursos se utilice para aumentar en hasta 3 UF las actuales pensiones. Nada del otro mundo ni una imposición bolchevique: simplemente un acuerdo equilibrado que busca aliviar en algo la actual situación paupérrima de los pensionados y la de las mujeres y las personas con lagunas no voluntarias en el largo plazo. La derecha no puede hacer como que más de la mitad del país no existe y vivir con el espejismo de encuestas que hacen preguntas sesgadas, del tipo "¿quiere toda su plata para usted o regalársela a otros?", con una masiva respuesta obvia. Otro despropósito.
Una variante puede ser un acuerdo que no incremente en 6% las cotizaciones obligatorias (para evitar encarecer el costo de la contratación, aunque esto se haría muy gradualmente, lo que es un tema a considerar) pero que aumente sustancialmente la pensión garantizada para el 90% desde 2022. Hoy tiene un valor de 206 mil pesos mensuales y se reajustará según IPC en febrero próximo y en un futuro no precisado a 250 mil pesos. Como esto se financia con impuestos, se requeriría ampliar la reforma tributaria hoy en discusión, con el nombre más elegante de pacto fiscal. Pero no, tampoco.
Más aún, ya no solo los conservadores se oponen a cualquier impuesto a las grandes fortunas, a las transacciones financieras y al incremento de las tasas del impuesto a las rentas más altas, sino también a cualquier fortalecimiento de la capacidad de cobro de los impuestos existentes. Llegan incluso a poner en cuestión las estimaciones de evasión realizadas por el gobierno, técnicamente fundadas, en materia de impuesto a la renta. Alcanza a un 50%, algo que también es simplemente inaceptable. De nuevo, un acuerdo en la materia mínimamente equilibrado debiera al menos dotar al gobierno de las herramientas suficientes para cobrar los impuestos existentes y hacer cumplir la ley para disminuir fuertemente la evasión y la elusión, en momentos en que observamos conductas delictivas y fraudulentas de gran envergadura y de abogados connotados de la plaza especializados en el fraude al fisco.
La política de trinchera no resiste análisis. Así habrá que ponerlo en evidencia a medida que se acerquen las elecciones regionales y municipales de fin de año.
Nota al margen: como no soy adicto a la ciencia ficción ni a las películas de terror, no mencioné el tema de la Inteligencia Artificial Generativa, uno de los grandes temas del año que producen inquietud. Es un avance tecnológico de importancia, va a facilitar enormemente diversas tareas, pero no hará desaparecer los empleos ni terminará con la condición humana. Ayudará a la recolección y procesamiento de información en gran escala y apoyará las tareas que requieren de inteligencia humana insustituible, mientras aumentará la automatización en muchos sectores, creará nuevos empleos tecnológicos y disminuirá otros, ahora en puestos de trabajo no repetitivos y en los servicios, en un balance incierto. Como siempre ha ocurrido con el progreso técnico, tendrá efectos distributivos, que deberán ser abordados con prioridad. Pero no digamos que ese es un tema muy nuevo. Sobre la necesaria regulación de la IA, lo más sensato que he leído es https://www.imf.org/.../12/Rebalancing-AI-Acemoglu-Johnson. Comparto lo que estos autores señalan: “Si logramos reorientar la IA hacia una senda de mayor complementariedad con las personas, usándola a la vez para abordar problemas sociales urgentes, todo el planeta saldrá beneficiado. En cambio, si prevalece el enfoque de exclusiva automatización, resultará todavía más difícil alcanzar la prosperidad compartida.”

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