La insustancial cuenta de Piñera
En Observatorio de Medios
Después de la cuenta presidencial anual, queda en evidencia la ausencia de respuesta del actual gobierno a tres de los principales problemas que aquejan a la sociedad chilena.
El primero de ellos es la crisis institucional. No se observa en la cuenta nada sustantivo para mejorar el clima institucional después de lo visto en la apropiación de fondos públicos en Carabineros y el Ejército, las coimas de algunos jueces, la guerra entre los fiscales de la región de O´Higgins, la denuncia de manipulación del IPC en el INE y así sucesivamente. O para evitar con mejores sistemas de control nuevos brotes de corrupción y los conflictos de interés entre funcionarios de gobierno y actividades privadas. Parece ser que para Piñera estos simplemente no importan, visto lo del viaje a China de sus hijos empresarios, la reacción posterior y el silencio frente al no pago de contribuciones en propiedades del actual presidente.
Parece ser que para Piñera estos simplemente no importan, visto lo del viaje a China de sus hijos empresarios, la reacción posterior y el silencio frente al no pago de contribuciones en propiedades del actual presidente.
Crear una comisión dirigida por el ministro del Interior para buscar un nuevo “acuerdo nacional” no hace más que dilatar medidas drásticas contra la corrupción y los conflictos de interés, por un lado, y el rediseño global de las instituciones políticas, por el otro.
Una Contraloría General en crisis debilita el control de la legalidad de los actos de los órganos administrativos, y especialmente la ejecución presupuestaria. No se necesita una comisión para enviar con urgencia un proyecto de ley que dote a la Contraloría General de capacidades de control de todo tipo de gastos reservados y de los sistemas de compras públicas, donde se concentra la corrupción, y termine con la crisis de mando de la institución. A su vez, la sanción frente a conflictos de interés que permiten, por ejemplo, a familiares ser parte de las actividades de altas autoridades, debe aumentar drásticamente y a la brevedad.
Piñera decidió, por otro lado, dar una respuesta absurda a la caída de la legitimidad de los órganos de representación. Disminuir el número de parlamentarios suena bien a los oídos de los que, por diversas razones, aborrecen de su rol, y de paso permitiría disminuir la diversidad de la representación y favorecer a la UDI, que nunca aceptó el cambio del sistema electoral hacia una mayor proporcionalidad. Un pequeño cuerpo parlamentario aumenta las posibilidades de captura del sistema político por los intereses de las grandes corporaciones empresariales.
Las claves están más bien en la disminución de la remuneración desmedida de los parlamentarios, la profesionalización de los sistemas de asesoría (creando en especial una oficina parlamentaria de presupuesto que sea una contraparte seria del ministerio de Hacienda para aumentar la calidad de la discusión de las leyes), el límite real a la reelección y la pérdida inmediata del cargo y del derecho a ser elegido a quienes financian ilegalmente sus campañas.
Pero lo principal es que no se aborda el problema central: Chile no posee instituciones dotadas de suficiente legitimidad, por lo que su futura prosperidad y estabilidad democrática requieren ineludiblemente de un cambio constitucional.
Pero lo principal es que no se aborda el problema central: Chile no posee instituciones dotadas de suficiente legitimidad, por lo que su futura prosperidad y estabilidad democrática requieren ineludiblemente de un cambio constitucional.
Ello fue muy mal manejado por el gobierno anterior, sin lograrse ningún avance, pero con el actual el tema simplemente desapareció de la agenda. Instituciones como los quorum calificados de aprobación de leyes y un Tribunal Constitucional activista que interfiere en las decisiones del parlamento y del poder judicial no merecieron ninguna mención en el mensaje presidencial, mientras no hubo un compromiso claro con mantener la fecha de la elección de gobernadores regionales el año próximo. La derecha en el gobierno está al debe en materia de reforma democrática a las instituciones. Y esto tiene una explicación: su compromiso con las instituciones democráticas es en esencia débil e instrumental.
Ello fue muy mal manejado por el gobierno anterior, sin lograrse ningún avance, pero con el actual el tema simplemente desapareció de la agenda.
El segundo gran problema del país es la pérdida de dinamismo económico. Si se mide la actividad económica más reciente a través del PIB ajustado por factores estacionales, se constata que se estancó en el primer trimestre de 2019. Cayeron las exportaciones y la inversión. Solo mantuvo un cierto crecimiento el consumo, empujado por mejores remuneraciones reales promedio por la baja de la inflación, de acuerdo a los datos del Banco Central, lo que aún sostiene la demanda interna y no ha deteriorado el empleo.
En el presente año, el PIB no crecerá más de 2 a 3%, por lo que Piñera no tuvo más remedio que rebajar la proyección gubernamental de crecimiento y de paso hacer desaparecer la promesa de tiempos mejores. El hecho es que el gobierno no ofrece una respuesta suficiente al deterioro del escenario externo, lo que solo puede provenir de una política contra cíclica contundente en lo monetario (disminuyendo la tasa de interés) y fiscal (ampliando sustancialmente la inversión pública y el apoyo a la construcción y obras urbanas). La derecha en Chile no cree en ese tipo de políticas, y por tanto la economía languidecerá.
El hecho es que el gobierno no ofrece una respuesta suficiente al deterioro del escenario externo, lo que solo puede provenir de una política contra cíclica contundente en lo monetario (disminuyendo la tasa de interés) y fiscal (ampliando sustancialmente la inversión pública y el apoyo a la construcción y obras urbanas). La derecha en Chile no cree en ese tipo de políticas, y por tanto la economía languidecerá.
El tercer gran problema de Chile, y este es de carácter estructural pero no por eso menos acuciante, es la persistencia de las desigualdades, tema que apenas fue mencionado en la cuenta presidencial. En cambio, Piñera ha intentado conectar con la idea de representar a la clase media. La derecha, que representa de manera directa a las oligarquías económicas que concentran el poder en Chile, necesita dotarse de alguna legitimidad y conseguir adhesiones y votos, y hoy privilegia la idea de representar a la clase media aspiracional.
Sin embargo la realidad esencial es que los sectores medios se encuentran sometidos a relaciones laborales asimétricas y precarias en el contexto de una economía menos dinámica. Con alto costo de la educación, como en el gasto de las atenciones de salud a través de seguros privados, bajas pensiones que provee el sistema de AFP y altas tarifas que protegen a monopolios empresariales y no a los usuarios, como es el caso de los peajes de vías concesionadas y diversos servicios básicos. El programa de clase media recientemente anunuciado y reiterado en el mensaje no actúa de manera significativa en ninguno de estos aspectos.
Sin embargo la realidad esencial es que los sectores medios se encuentran sometidos a relaciones laborales asimétricas y precarias en el contexto de una economía menos dinámica. Con alto costo de la educación, como en el gasto de las atenciones de salud a través de seguros privados, bajas pensiones que provee el sistema de AFP y altas tarifas que protegen a monopolios empresariales y no a los usuarios, como es el caso de los peajes de vías concesionadas y diversos servicios básicos.
Peor aún, el compromiso adquirido con la Democracia Cristiana de permitir la cotización salarial adicional de 4% por un órgano público fue relativizado, evidenciando la incapacidad del gobierno para lograr la aprobación de sus iniciativas legales. La rebaja tributaria a los más ricos fue reiterada, lo que no contó siquiera con el apoyo del presidente de Renovación Nacional.
La rebaja tributaria a los más ricos fue reiterada, lo que no contó siquiera con el apoyo del presidente de Renovación Nacional.
Junto a una conducción errática y acciones que evidencian una y otra vez una lógica de preservación de privilegios, estos factores son los que explican la sustancial pérdida de popularidad del actual gobierno, que la cuenta presidencial no parece haber contribuido a revertir.