Posteo sobre el Tribunal Constitucional

Lean a Carlos Larraín sobre los intentos de cambio del Tribunal Constitucional: “Sería fatal, juguemos en la cancha que nos conviene”. ¿Podrá alguna vez la derecha gobernar sin trampas? Para los demócratas reformar la composición y roles del TC debe seguir siendo prioritario. ¿Por qué la oposición no declara que no aprobará ningún proyecto de ley más mientras no se llegue a un acuerdo de reforma del TC? ¿Qué sacan los parlamentarios con legislar si luego el TC hace lo que quiere?

El Tribunal se ha excedido en sus atribuciones constitucionales en materia legislativa. Como escribe Jaime Bassa, "en los últimos años, este tribunal ha intervenido en el contenido de importantes proyectos de ley sin que fuera legalmente requerido, alterando proyectos en los que no había “cuestión de constitucionalidad” que resolver". Hoy se encuentra además enfrentado a la Corte Suprema, entre otros temas por provocar "retardo injustificado en causas de derechos humanos, indebidamente suspendidas por el TC".

Mientras, el presidente del TC más beligerantemente partidista que se haya visto, Iván Aróstica, pide un aumento de los sueldos de los miembros del tribunal.

Más desparpajo: la senadora y jefa de la UDI J van R, imputada por cohecho y fraude al fisco, ahora pide la renuncia al Contralor porque no le gusta que fiscalice a los alcaldes UDI. ¡La separación de poderes le molesta! Desde que formaron parte medular de una dictadura que decidía sobre la vida y la muerte de los ciudadanos, los UDI nunca han dejado de creerse los dueños de Chile.

Hay momentos en que observar el día a día de la muy imperfecta democracia chilena parece un espectáculo de humor negro, solo que sin ninguna gracia.

Post scriptum: a los que digan por enésima vez que esto es resultado de las cúpulas concertacionistas, la transición, la corrupción, etc. etc., les diré muy bien, canalicen esa energía en seguir la lucha por hacer de la nuestra una democracia verdadera y en forma. Sinceramente pienso que la amargura pasiva no sirve de mucho. Importa ahora evidenciar cada día cómo gobierna la derecha y qué intereses defiende para construir una nueva alternativa que sea su directo contraste. Si no hay respeto de los derechos fundamentales, debe lucharse por una nueva institucionalidad y funcionamiento económico que los consagre; donde hay corrupción y conflictos de interés, debe fortalecerse los órganos que garanticen la plena probidad en la gestión pública y la sanción severa de los infractores; donde hay manipulación debe haber denuncia y transparencia. En definitiva, debe construirse una alternativa democrática mayoritaria al poder y al gobierno del dinero, a partir de ideas propositivas y de acciones colectivas para que termine de consagrarse la soberanía de los ciudadanos. No es poca cosa y demorará tiempo, tal vez mucho pero ¿hay otro camino para legar un país mejor a las nuevas generaciones?

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