Siguen las terribles noticias desde Gaza
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Sin avances en la negociación de un alto el fuego en Gaza y con una gran tensión adicional en la frontera entre Israel y Líbano, el gobierno israelí mantiene su incesante fuga hacia adelante después de 8 meses de la guerra asimétrica que se desencadenó con la masacre de judíos realizada por el grupo fundamentalista Hamás. Este organizó y justificó en nombre de la resistencia al invasor el asesinato indiscriminado de 1.200 personas ocurrido el 7 de octubre pasado en los bordes de la franja de Gaza, incluyendo sembrar el terror y la muerte en una fiesta de jóvenes de distintas nacionalidades y tomar 250 rehenes, de los cuales permanecen en esa condición unos 50.
El gobierno y las fuerzas militares israelíes tienen el plan declarado desde entonces de no solo restablecer la seguridad de sus ciudadanos en su territorio sino de eliminar completamente las capacidades para combatir y gobernar la Franja de Gaza del movimiento islamista Hamas y del grupo aliado de la Jihad Islámica, incluso al costo de la vida de los rehenes, lo que suscita crecientes protestas en las calles en Israel. Su líder interno, Yahya Sinouar, ha sido declarado "hombre muerto caminando", así como su responsable militar Mohammed Al-Masri o Deif, los que no han sido habidos por las tropas israelíes en estos 8 meses. Recordemos que el cheikh Ahmed Yassine, el fundador de Hamás en 1987, fue asesinado por Israel en 2004, y su sucesor un mes después.
La respuesta israelí al ataque de Hamás de 2023 se ha transformado en una masacre concebida como castigo colectivo, con ya al menos 37.551 mil muertos y 86 mil heridos, mediante una persecución con violencia extrema de las milicias islamistas en su entramado de túneles en medio de las ciudades y campamentos en la estrecha Franja de Gaza, conducente a asesinatos masivos e indiscriminados de civiles palestinos día a día.
Las autoridades de la ONU consideran que hay indicios de un genocidio ("exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad"), mientras la ultraderecha israelí apunta a una administración militar de la Franja de Gaza sin plazos, que conduzca a una salida de la población palestina y a una anexión -como ya ocurrió después de 1967 con Jerusalén y partes de Cisjordania y los Altos del Golán en Siria- en violación de la partición de Palestina de 1947 por la ONU, hasta entonces colonia británica, y de las fronteras previas a 1967, fecha hasta la cual la Franja de Gaza era administrada por Egipto. Hacia octubre de 2023, Gaza era la mayor prisión al aire libre del mundo para sus 2 millones de habitantes, cercada por Israel y administrada con grandes restricciones por el grupo fundamentalista Hamás, fundado en 1987 y que recibió en una primera instancia la ayuda de Netanyahu y su partido Likud, actual primer ministro de Israel que ya ocupó el cargo en 1996-1999 y en 2009-2021, para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina. Esta fue desplazada por Hamás, dada la ausencia de resultados de los compromisos con Israel, primero en elecciones en 2006 y luego por la fuerza en 2007, aunque aún administra partes de Cisjordania.
En las últimas horas, el ejército israelí ha incrementado los bombardeos, en una de las oleadas más letales. Se ha informado de 101 muertos, incluyendo ataques en zonas residenciales y de refugiados en el norte y centro, con objetivos identificados como “sitios de infraestructura militar de Hamás”. En el sur de la franja, sus tropas intentan tomar toda la ciudad de Rafah, en la frontera con Egipto, lo que ha implicado interrumpir casi todos los abastecimientos de agua y alimentos. Los milicianos palestinos tratan de frenar con lanzagranadas y explosivos el ingreso de los blindados israelíes a las dos zonas de Rafah que no controlan.
Se trata del mayor número de muertos desde el 7 de junio, cuando los bombardeos masivos para el rescate de cuatro rehenes cobraron 274 vidas en el campamento de refugiados de Nuseirat. Con el bombardeo el sábado en Al Shati, un campamento de refugiados en la capital de Gaza, los cazabombarderos dejaron 24 muertos. Otro ataque en el barrio de Al Tuffah causó otros 18 muertos. Este doble bombardeo se produce un día después de que la Media Luna Roja palestina informase de una matanza en una zona definida por Israel como humanitaria y a la que ordena dirigirse a la población, con al menos 25 víctimas mortales. El Comité Internacional de la Cruz Roja indicó que su oficina en Al Mawasi, “rodeada por cientos de civiles desplazados que viven en tiendas de campaña”, resultó dañada por “proyectiles de gran calibre”. Israel es el único que los emplea. El ejército está “revisando” lo sucedido y niega “un ataque directo contras las instalaciones de la Cruz Roja Internacional”.
En Cisjordania, la tensión aumenta y un palestino herido atado a un vehículo militar israelí sirvió como escudo humano, como se observa en un video que circula por redes sociales. El ejército ha confirmado su veracidad y declaró que el incidente “será investigado y tratado en consecuencia” y que “la conducta de las fuerzas no se ajusta a los valores del ejército israelí”, pues vulnera las “órdenes y los procedimientos operativos estándar”. Los relatos y documentos gráficos en los territorios palestinos muestran el empleo de escudos humanos en redadas israelíes, pese a su prohibición.
Parece recrudecer la violencia operativa de las tropas israelíes, incluso más allá de sus propias normas, lo que le ha valido numerosas acusaciones de estar cometiendo crímenes de guerra. A la vez, ha aparecido una creciente confrontación pública entre el ejército y Netanyahu, pues los militares sostienen que debe crearse alguna forma de administración palestina en Gaza excluyendo a Hamás, mientras se ha desarmado el gabinete de guerra en Tel Aviv por la misma razón.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha denunciado el “caos” y “anarquía total” provocados por ocho meses de invasión israelí. “Tenemos ataques, bombardeos y luego las tropas se trasladan a otros lugares”, ha asegurado Guterres, mientras “Hamás vuelve a los lugares originales y hay un caos total en Gaza. No hay autoridad en la mayor parte del territorio”. Guterres ha lamentado el saqueo de “la mayoría de los camiones con ayuda humanitaria en Gaza”, porque “esta es una guerra diferente a cualquier otra”, en la que Israel “ni siquiera permite que la llamada ‘policía azul’ escolte los convoyes” de ayuda, lo que genera una “extrema dificultad” para distribuirla. Esos agentes de policía de la administración local son objetivo militar de Israel. Además de emplear el hambre como arma de guerra, el ejército israelí controla la mayoría de la Franja sin hacerse cargo de la protección de los convoyes ni reparte la ayuda humanitaria, que depende en gran medida de acuerdos con las comunidades locales. Impedir el abastecimiento de la población civil es considerado un crimen de guerra por el derecho internacional humanitario.
Según El País, "las tropas matan o arrestan a todo aquel que lleve la etiqueta de Hamás, como los agentes de la policía azul citada por Guterres, que tienen miedo a escoltar los convoyes porque Israel los identifica y bombardea. El gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu se opone al control civil de Gaza en manos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), a quien le correspondería por los Acuerdos de Oslo de 1993".
En una entrevista el jueves, Netanyahu, que es objeto de una orden de detención de la Corte Penal Internacional -al igual que los líderes de Hamás- habló de una “administración civil” que cuente con “respaldo” y dinero de países árabes y que aplique “algún tipo de proceso de desradicalización, que comenzaría en las escuelas y las mezquitas para enseñar a esa gente un futuro diferente a aniquilar Israel y matar a todos los judíos del planeta”. Esto supondría acceder a un cese del fuego bajo una estrecha supervisión internacional, que incluya en primer lugar la liberación incondicional de todos los rehenes israelíes secuestrados por Hamas y el alivio inmediato de la hambruna de la población de Gaza, junto a encaminar nuevas conversaciones de paz en la perspectiva futura de dos Estados, dejando atrás el engranaje fatal de ocupación ilegal, desplazamiento forzado de poblaciones, odio antisemita y odio antiárabe que se reproduce sin límites.
No habrá construcción posible de dos Estados independientes y con fronteras seguras si Hamas persiste en su Carta fundacional, que cita un "hadiz" -lo que se entiende el Profeta Mahoma dijo o aprobó- según el cual "el Día del Juicio no se producirá hasta que los musulmanes peleen contra los judíos (matando a los judíos)". La Carta de Hamás alude la "usurpación de los judíos de Palestina" y los acusa de controlar los medios de comunicación del mundo y de estar detrás de la Revolución Francesa y las sociedades secretas y de controlar los países imperialistas. Un documento de 2017, que Hamas señala no sustituye la carta fundacional, acepta el establecimiento de un Estado palestino dentro de los territorios ocupados por Israel en la guerra de Oriente Medio de 1967, pero como una etapa "hacia la liberación de toda la Palestina al oeste del río Jordán".
Tampoco habrá paz posible con un Netanyahu que sostiene que "(la victoria) significa hacer una distinción moral entre el asesinato deliberado de inocentes y las bajas no intencionales que acompañan a toda guerra legítima” para justificar la masacre que conduce y que quiere extender al sur del Líbano. Ha llegado a comparar a los palestinos con los amalequitas, un pueblo confrontado con los judíos que habría sido exterminado por Dios según el Antiguo Testamento. Señala Netanyahu: "debéis recordar lo que Amalec os ha hecho, dice nuestra Santa Biblia. Nosotros lo recordamos y estamos luchando". El primer ministro de Israel alude a Samuel 15:1, donde se señala: “me acuerdo de lo que Amalec hizo a Israel, cómo se interpuso en el camino cuando Israel salió de Egipto. Ahora ve y hiere a Amalec, y destruye a hombres como a mujer, a niño como a lactante, a buey y oveja, camello y asno”.
Con semejantes referencias religiosas fundamentalistas y violentas no habrá paz posible en Medio Oriente, como en las guerras de religión en el medioevo. Las fronteras de 1967 son la referencia necesaria de una paz duradera con dos Estados, como la que se intentó en Oslo en 1993. Lo que Netanyahu y el partido Likud en Israel, así como Hamás y la Jihad Islámica en Palestina, han boicoteado con entusiasmo y éxito hasta el día de hoy.
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