Entrevista a Gonzalo Martner sobre su retorno al PS

 En El Regionalista

Por Edison Ortiz


Pregunta: Esta semana La Tercera (LT) ha levantado la noticia sobre un proceso que, sabemos, lleva por lo menos un par de meses: la reincorporación de ex figuras del PS y presidentes de la organización. ¿Cómo se explica esta estrategia luego de casi dos décadas pérdidas en que se defenestró la directiva que tú encabezabas? ¿Qué hace posible que este hecho, impensado hace solo algunos meses se dé hoy?

Yo puedo hablar por mi solamente. Creo que el hecho principal es la necesidad de aunar esfuerzos frente a una amenaza que es muy decisiva para el futuro del país, que puede llevar a gobernar, ahora por la vía democrática, a la ultraderecha. Ese peligro inminente transforma todo lo demás en secundario. Dicho esto, el PS cumple una función especial en el escenario político chileno por su capacidad potencial de articular sectores de la sociedad y movilizarlos, en este caso para construir una gran coalición política y social contra la ultraderecha. El PS tiene la particularidad de poder dialogar con diversos mundos, y si uno puede aportar a ese proceso más allá de las querellas antiguas, ¡bienvenido ese esfuerzo!

P: El corrimiento a la derecha de la sociedad chilena, ¿adelantó en alguna medida este escenario acelerado por las debilidades manifiestas que expresa el gobierno del FA?

Hace cuatro años, estábamos en un escenario completamente distinto, de convulsión social. Incluso en la elección presidencial de 2021 la sociedad chilena todavía se manifestaba dispuesta a escuchar propuestas innovadoras y de cambio. Sin embargo, ese proceso fue mal conducido e interferido brutalmente por la crisis económica y la salida de la pandemia. Sus efectos fueron amplificados desde los medios de comunicación conservadores, que crearon una campaña que infundió con gran éxito altas dosis de temor y miedo en la población. Esto impactó particularmente en sectores de la sociedad chilena que no se pronuncian habitualmente en materia electoral, a los que les hizo sentido el discurso sobre realidades como la inmigración irregular, una delincuencia común más dura y la expansión del narcotráfico, que parecía se habían tomado el país. Esta sensación de inseguridad logró establecer una prioridad de preservación del orden represivo, sin matices ni espacio para una agenda de seguridad democrática. Esto además hizo desaparecer la agenda social, de género y medioambiental. La agenda conservadora, centrada en el orden público, no perdurará, pues los temas sociales, culturales y ambientales que fueron expulsados por la puerta volverán por las ventanas. Si bien en Chile hay un sector conservador que nunca ha sido inferior al 30-40% de la sociedad, no logra ser una mayoría social persistente, como la que, cuando hace las cosas bien, se constituye desde una visión democrática, progresista y abierta al cambio, capaz de canalizar constructivamente las evoluciones y demandas de la sociedad. En la coyuntura post pandemia, el mundo conservador logró sumar una parte importante del electorado tradicionalmente abstencionista, apoyado en el voto obligatorio, con un despliegue mediático que hizo entrar en pánico a la sociedad en su conjunto. El nuevo gobierno no supo contrarrestrarlo, lo que se expresó en un voto de rechazo el 4 de septiembre de 2022 y el 7 de mayo de este año. La extrema derecha logró una primera mayoría relativa que no había conseguido nunca, y se constituyó en una seria amenaza para la frágil democracia chilena. El trasfondo de más largo aliento es un sistema político que no procesó los anhelos de cambio y de mayor seguridad de la sociedad, los que se venían manifestando desde hace más de una década y que explosionó el 18 de octubre de 2019, pero que podría evolucionar en los años venideros hacia una nueva estabilidad con progreso social si el socialismo, la izquierda y el progresismo hacemos las cosas bien.


P: ¿Por qué crees que la prensa le ha dado tanta cobertura a esta noticia? ¿Qué representa el PS en la sociedad chilena?

Bueno, es un partido histórico que ha estado presente desde las grandes convulsiones de los años 30 del siglo pasado, que incluso gobierna pocos días en 1932 antes de conformarse como partido en 1933; que luego es parte del Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda; que enseguida se incorpora en parte al ibañismo, aunque por poco tiempo, y que luego es actor de la reconstrucción de la izquierda bajo el liderazgo de Salvador Allende, quien enarbola un programa de democratización institucional, que incluye terminar con el Senado y las rémoras oligárquicas, de reforma agraria, de nacionalización del cobre y de industrialización del país a través de empresas de propiedad social. Logra un primer éxito electoral en 1958, vence en las urnas en 1970 y logra un acuerdo con la DC para que Allende asumiera la presidencia, contrariando las órdenes de Nixon y marcando el destino del país con un primer intento de transformación social en democracia. El gobierno de la Unidad Popular fue derrocado con gran violencia por aplicar ese programa, como he detallado en mi más reciente libro, sin lograr un apoyo social suficiente para enfrentar el boicot de Estados Unidos, la derecha y el freísmo. La oligarquía apoyada en el militarismo de ultraderecha decidió barrer con todos los avances sociales desde 1920. La lección fue que no se podía pensar en cambios que alejaran a los sectores medios y los acercaran a la minoría oligárquica, pero que se debía seguir con la tarea del cambio estructural igualitario y libertario de la sociedad chilena. Eso quedó grabado en la historia.

El PS desempeñó luego un rol de resistencia a la dictadura donde cayeron tres directivas sucesivas, y junto con ellas cientos de militantes perdieron sus vidas desde los primeros días del golpe, otorgándole un componente de heroísmo a su causa histórica. Esta quedó además marcada por el ejemplo indeleble de sacrificio de Salvador Allende y el legado de su proyecto de transformación social en democracia. El PS, aunque dividido, desempeñó un rol articulador en la salida de la dictadura, siendo capaz de aunar voluntades desde el centro a la izquierda, o al menos su segmento no comunista, para recuperar la democracia y actuar con quienes estuvo en el pasado en un agudo conflicto. El PS gobernó en coalición durante 20 años seguidos y lo hizo por seis años con Ricardo Lagos y luego en dos periodos de 4 años con Michelle Bachelet, con una huella de avances sociales y en las condiciones de vida de las mayorías. En esas administraciones el socialismo desempeñó un rol importante como partido de gobierno. Todas esas razones hacen que el PS sea lo que es: ¿qué otro partido puede mostrar tanta densidad histórica en la representación de los “trabajadores manuales e intelectuales”?

Lo cual no excusa ni esquiva sus errores. Yo trabajé duro con muchos otros para que el PS no fuera ya solo un partido refractario sino un partido de representación social de los trabajadores y del mundo de la cultura que también fuera capaz de gobernar con estabilidad. Pero en alguna medida esto terminó en que centrara su actividad política en el Estado. Se produjo poco a poco una distancia con la agenda de transformaciones estructurales que la sociedad chilena necesitaba irremediablemente, en un mundo globalizado que producía el acceso a nuevos empleos y consumos pero también inseguridades, diferencias y precariedades crecientes. Los que la sosteníamos fuimos quedando aislados, pues fue más fácil subordinarse al centro político y a la lógica de la moderación, cuando no ser cooptado por algún poder económico, que luchar de manera tenaz por ampliar las fronteras de lo posible. Lo peor fue resignarse a una concentración y financiarización económica crecientes y a la toma de control extranjero de los recursos naturales que habíamos nacionalizado. No se hizo lo suficiente contra prácticas de financiamiento de las campañas por los grandes grupos económicos, aunque se logró el financiamiento público y se cauteló el patrimonio partidario, y se privilegió mantener clientelas antes que el trabajo militante en la base. Ya no se formó en las ideas del socialismo a las nuevas generaciones y la política se entendió como un medio de movilidad social. Todo esto produjo una progresiva desconexión con la sociedad y el alejamiento de mucha miltancia, yo incluído. Y ese vacío de representación fue una de las razones que explicó la emergencia desde la izquierda de nuevas fuerzas políticas y tambien, en parte, la rebelión social de 2019. Luego de ese gran impacto para el sistema político, poco a poco el PS ha ido recomponiendo ese rol de representación de al menos una parte del mundo social, incluyendo espacios en el sindicalismo y el mundo de los territorios y de la administración local, y también en los espacios del ambientalismo y el regionalismo, del movimiento feminista, de las luchas de los pueblos originarios, de modo tal que, para lo que viene, puede volver a contribuir a construir una amplia coalición política y social contra la extrema derecha y en favor de hacer efectivo un Estado democrático y social de derecho en Chile.

Por eso lo que ocurra en el PS merecerá la atención de la prensa y, esperamos, de la sociedad, por lo que es noticia la eventualidad de una nueva etapa del PS, hoy reducido al 5%, del electorado.


P: Recién una antigua y destacada militante del PS de esta región me escribía y me decía, textualmente, “Martner de vuelta a su casa, ¡¡¡me ha dado mucha alegría!!!”, Al parecer no eres una persona “non grata” en su retorno a casa, lo que he escuchado, hasta ahora, es mucha sorpresa, alegría por este regreso a lo que alguna vez, fue la casa común de la izquierda.

¡Claro!, he recibido el cariño de gente con la que tuve tal vez diferencias en más de algún tema, como los señalados, pero con la que compartimos tantas luchas. Aclaro que no ocupo roles de primer plano, ni los voy a ocupar, pero cuando ocurren sucesos como los actuales y se tiene el desafío de enfrentar a la extrema derecha, entonces es un momento para hacer causa común en una casa común, la del socialismo y de la izquierda igualitaria y libertaria.

Entre las novedades de este regreso está también el de Heraldo Muñoz que luego de militar a comienzos de los 90’ en el PS, siguió a Lagos en su viaje al PPD. Sé que él, desde hace más de un año estaba pensando en esta posibilidad de reincorporarse al PS. ¿Qué es lo que gatilla que está reflexión entre exlíderes y militantes destacados de la organización empiece a tener sentido colectivo?

Yo no he hablado desde hace bastante tiempo con Heraldo Muñoz, aunque lo conozco desde cuando militaba en el PS en dictadura. El PPD, como todo el mundo sabe, se creó como instrumento legal que permitiera que el PS, y otras fuerzas proscritas por la dictadura, pudiesen participar del plebiscito de 1988. El PPD lo creamos socialistas y gente proveniente de otros partidos. Luego, el líder del socialismo en la transición, Ricardo Lagos, tomó la decisión de mantener dos partidos y se le permitió ese privilegio: la doble militancia. Heraldo Muñoz hizo un largo recorrido junto a Lagos en el PPD, pero nunca abandonó su campo de pertenencia y sus raíces socialistas. Él se inició en la política como militante socialista. También el suyo es un retornoa casa.


P: Si se concreta tu retorno, ahora, este fin de semana, ¿cuáles serán tus principales anhelos y esperanzas?

Mi principal anhelo es que el PS contribuya decisivamente a que se rechace la constitución de la ultraderecha, mal llamada republicana, en un proceso que potencie un gran acuerdo para impedir el retroceso en derechos cívicos, económicos, sociales, ambientales y de las mujeres. Ojalá se agrupe, con la contribución del PS, algo así como la coalición del NO que derrotó a Pinochet, para esta vez derrotar a sus herederos, que buscan una regresión oligárquica aún más profunda consagrada en una nueva constitución peor que la vigente. La derrota de la ultraderecha en diciembre podría incluso permitir que en el primer semestre de 2024 el actual parlamento apruebe un conjunto amplio de reformas constitucionales basado en los 12 puntos de acuerdo de octubre de 2022. No es perfecto, pero sería un avance que podría lograrse con el nuevo quórum de aprobación de 4/7 (en vez de 2/3) vigente desde agosto de 2022.

Anhelo que el PS contribuya más a asegurar el éxito del presidente Boric, en un escenario sin mayoría parlamentaria y de profunda desconfianza social. Su gobierno ya ha logrado avances y está en condiciones de consolidar otros, aunque tal vez no se alcancen muchos en la reforma de pensiones, de salud y tributaria, y las necesarias en negociación colectiva, de educación y formación para el trabajo y de vivienda y urbanismo, que quedarán para una próxima etapa; mientras, debe mejorarse fuertemente la gestión de los programas sociales y redistribuir el gasto público hacia la inversión sostenible. Anhelo que el gobierno sea menos ortodoxo y contribuya más a una reactivación económica fuerte y a la creación de empleos con derechos, empujando con fuerza la nueva política minera y de transición energética.

Anhelo que la coalición de gobierno aumente su coherencia y claridad de propósitos y que el PS contribuya a la creación de una política de entendimiento y acuerdos que fortalezcan una coalición de izquierda para el largo plazo, abierta al centro progresista. Esto es lo que se logró en una primera etapa en 2020 y de manera más frágil en la conformación inicial del gobierno, con correcciones desde entonces. Creo que las nuevas generaciones socialistas pueden ayudar mucho en eso, porque parte de las antiguas han quedado con algún desagrado con la emergencia del Frente Amplio y algunas de sus arrogancias, lo que es parte de la vida política circunstancial que no debe impedir centrarse en lo principal. Luego es perfectamente posible pensar en un gran acuerdo democrático y diverso para alcaldes y gobernadores, que incluya a la DC y a los partidos de gobierno. De paso, el PDC debiera volver a ser invitado a participar en el gobierno.

Todo esto podría tal vez contribuir a una segunda derrota de la derecha en 2024, en muchas comunas y regiones. Y tal vez podría ser la antesala para construir la coalición que derrote a los conservadores y la ultraderecha en 2025 y se conforme un nuevo gobierno plural y transformador. A las nuevas generaciones les corresponderá asumir ese desafío y los demás estaremos apoyando en lo que se nos solicite, siempre dando nuestra opinión, aunque no se nos solicite (jaja, solo para reírse un poco, porque el espíritu libertario nunca va a desaparecer en el socialismo chileno).


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