La actividad del primer trimestre creció en 3,4% anual


Hoy el Banco Central ha publicado las Cuentas Nacionales del primer trimestre, que revelan que la economía creció en 0,8% en términos desestacionalizados respecto al trimestre final de 2022 (ver el primer gráfico). El Producto Interno Bruto (PIB, que registra las transacciones de mercado en consumo, inversión y exportaciones e importaciones y los gastos de gobierno y es la suma del valor bruto de producción de bienes y servicios menos los consumos intermedios en cada rama) registró un crecimiento anualizado de 3,4%, una muy buena cifra. El PIB no registra el bienestar de la población en muchos aspectos ni su distribución, pero es un indicador indispensable del nivel de actividad económica de mercado.
Los datos actualizados confirman que en los tres primeros trimestres de 2022 se produjeron caídas del PIB, así como un leve repunte en el último trimestre del año. Este ahora se consolida.
Desde el lado productivo, la evolución reciente ha sido heterogénea en el caso de los bienes. Se registraron en el primer trimestre de 2023, respecto al trimestre previo y sin efectos estacionales, aumentos en la pesca (9,2%), la producción industrial (3,4%) y la construcción (0,6%), mientras hubo caídas en agricultura (-4,5%), la minería (-1,6%) y la electricidad, gas y agua (-0,1%). En los servicios, también se observaron situaciones contrastadas, pero globalmente con un buen dinamismo. Aumentó la actividad del comercio (0,2%), de modo importante la de restaurantes y hoteles (8,0%) y fuertemente la de transportes (18,3%), junto a los servicios de vivienda (0,9%), los personales -salud y educación- (1%) y la administración pública (0,2%). Solo cayeron los servicios financieros y empresariales (-1,7%) y se mantuvieron los de comunicaciones.
Los datos del primer trimestre alientan la expectativa de que no se produzca una recesión este año y, por tanto, que no se deterioren el empleo y las remuneraciones reales, que es lo que afecta a la mayoría social. Esta recesión ha sido expresamente programada por el Banco Central, pues considera que se debe comprimir la demanda interna para combatir la inflación, desestimando su fuerte componente importado. Esta se encuentra en vías de normalización, dada la evolución reciente de los precios externos que provocaron el brote de 2022: el IPC promedio de los últimos 6 meses es solo un 4,4% superior al de los 6 meses previos.
Es evidente que no existe en la actualidad tal cosa como un "exceso de demanda", como se observa en el segundo gráfico. Hemos subrayado en estos posteos que, ante el fuerte incremento de la demanda en 2021, la reacción de la oferta de bienes ha sido elástica dado el grado de apertura de la economía (lo que se reflejó en un gran aumento de las importaciones en 2022 y un mayor déficit en cuenta corriente, pero no en incontrolables presiones inflacionarias endógenas, como señala la narrativa oficial). También ha sido el caso de los servicios, que han ampliado su suministro sin provocar mayores presiones inflacionarias por incapacidad de aumentar la oferta. En la educación hubo aumentos importantes de precios, pues los privados aumentaron sus matrículas y sus márgenes, pero en comunicaciones los precios disminuyeron.
En todo caso, la demanda interna alcanzó su máximo nivel en el cuarto trimestre de 2021, a raíz de una explosión del consumo por la suma de retiros de fondos de pensiones y las transferencias de emergencia a las familias, en plena coyuntura pandémica y electoral. Desde entonces, la demanda interna se sitúa por debajo de ese nivel. El dato más reciente indica que ha caído en -1,5% en enero-marzo de 2023 respecto al trimestre anterior, en términos desestacionalizados, y ha disminuido en -8,0% en doce meses. La caída trimestral se explica tanto por un deterioro de -2,5% del consumo de las familias (como se comprenderá, esto no ayudó demasiado al gobierno en el resultado del 7 de mayo pasado) y de -0,9% de la inversión (formación bruta de capital fijo).
Estas cifras hacen todavía más evidente y más urgente que el Banco Central debe bajar las tasas de interés. El gobierno debiera acelerar, por su parte, su gasto de inversión en vivienda, urbanismo e infraestructura (de preferencia procurando facilitar la transición energética verde y la mitigación del cambio climático) y aumentar las transferencias a los sectores más vulnerables vía suplemento de asignación familiar (bolsillo familiar electrónico).
Dicho sea de paso, esta es la alternativa racional a los retiros desde cuentas de ahorro previsional cuando las familias enfrentan caídas de sus ingresos reales, siempre que tenga una cobertura más amplia y se explique como una política de compensación por pérdidas de ingresos financiada por la solidaridad nacional y no por cada cual desde sus cuentas de pensiones, si acaso conservan aún recursos en ellas. No haber actuado con más claridad y contundencia en la materia es una de la razones que, al parecer, generó un amplio rechazo al presidente Boric el 4/9 y el 7/5. La mayoría entendía que el diputado y candidato había aprobado sin más los retiros antes de acceder al primer cargo de la nación, y que luego no mantuvo su postura. Esto se interpretó por muchos como una promesa incumplida, la que merecía un castigo en las urnas, junto a una campaña mediática arrasadora que buscó crear la imagen de un desborde en materia de seguridad e inmigración y de falta de capacidad de gobierno.
Volviendo a la economía, subrayemos que ha sido el buen comportamiento de las exportaciones (y de unas importaciones que bajaron considerablemente en 2022 y sobre todo en lo que va de 2023) lo que ha permitido la mencionada recuperación del PIB. Pero se trata de un factor frágil, dada la evolución reciente de la economía china. El FMI proyecta que el crecimiento mundial pasará de 3,4% en 2022 a 2,8% en 2023.
Como se observa, para evaluar la coyuntura económica trimestral a través de las Cuentas Nacionales, nos fijamos en la evolución desestacionalizada del PIB y de los sectores productivos respecto al trimestre anterior, así como en los componentes que en el corto plazo lo determinan por el lado de la demanda, es decir el consumo, la inversión y las exportaciones netas de importaciones.
Nos parece menos pertinente la comparación con un año atrás. La prensa tradicional se empeña en presentar una imagen negativa de los resultados comentados. El aumento del PIB de 0,8% respecto al trimestre previo se transforma en una caída de -0,6% en 12 meses, aunque ha habido un cambio de tendencia desde hace ya dos trimestres. Tiene más sentido, como se hace en Estados Unidos y la Unión Europea, tomar los datos trimestrales respecto al período previo y anualizarlos, lo que hacemos en estos posteos.

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