De nuevo Milton Friedman en el debate tributario
Publicado en El Mostrador.
En la campaña presidencial en curso las candidaturas
plantean diversas proposiciones tributarias. En el caso de las del bloque en el
gobierno, se remiten a alivios en el impuesto a los combustibles para las
regiones y en un impuesto a las inversiones en regiones para alimentar fondos
de desarrollo, descontables del impuesto a la renta, según las propuestas de la
candidatura de Andrés Allamand, mientras Pablo Longueira no ha hecho
planteamientos en la materia. En suma, no se proponen realizar una reforma tributaria.
La candidatura de Michelle Bachelet, la de mayor adhesión en
la oposición, ha planteado una reforma tributaria con una meta de recaudación
de 3 % del PIB. Esta meta se descompone en 2,5 % del PIB provenientes de
cambios a la estructura tributaria y 0,5 % del PIB de medidas que reducen la
evasión y la elusión.
La reforma que propone busca aumentar la carga tributaria
para financiar una reforma educacional, otras políticas del ámbito de la
protección social y el actual déficit estructural en las cuentas fiscales, planteando que “los ingresos del trabajo y del
capital deben tener tratamientos similares”, con nuevos incentivos al ahorro.
Propone elevar, en forma gradual, la tasa del impuesto a las empresas de 20 % a
25 % en un plazo de 4 años, que seguirá operando como un anticipo de los
impuestos personales, manteniéndose así la integración de impuestos entre
empresas y personas. Los dueños de las empresas deberán tributar por la
totalidad de las utilidades de sus empresas y no sólo sobre las utilidades que
retiran (el sistema operará en base devengada). Esta medida sería implementada
a partir del cuarto año de la reforma y terminaría con el actual mecanismo del
Fondo de Utilidades Tributables (FUT), y estaría acompañada por la reducción
gradual de la tasa máxima de los impuestos personales del 40 % actual a un 35
%, en el plazo de cuatro años.
Respecto del FUT acumulado o histórico, se propone mantener
la regla impositiva vigente hoy. La estimación de recaudación producto de estas
medidas de impuesto a la renta es de 1,92 % del PIB en régimen. A partir del
cuarto año de implementación de la reforma, coincidiendo con el cierre del FUT,
la candidatura Bachelet propone además un mecanismo de Depreciación
Instantánea: las empresas podrán descontar íntegramente de las utilidades la
inversión total del año en curso. Además plantea eximir “de impuestos a las
personas por las ganancias percibidas con el ahorro que realicen en
instrumentos financieros, hasta un tope correspondiente a rentabilidad de
instrumentos sin riesgo. De esta forma, se premia el ahorro al que acceden
normalmente las personas de ingresos medios. Se estima que estas medidas para
incentivar ahorro e inversión significarán una pérdida de recaudación de 0,21 %
del PIB en régimen”.
Resulta curioso, en primer lugar, proponer un cronograma que
se empieza a aplicar en lo esencial en el subsiguiente período de gobierno:
supongamos que el proyecto se discute y aprueba en 2014, y se pone en práctica
a partir de 2015. La eliminación del FUT y demás medidas se pondrían en
práctica en 2018, con un nuevo Presidente de la República electo y a punto de
asumir…
En segundo lugar, simplemente producir un alza de la tasa de
impuesto a las utilidades de las empresas de 20 % a 25 % tendría un efecto
incierto en la recaudación. Recordemos que en Chile se cobra mensualmente como
anticipo este impuesto en base al flujo de caja de la empresa y luego lo pagado
se imputa como crédito al pago anual de impuesto a la renta personal o al
impuesto adicional que pagan las empresas extranjeras que repatrian utilidades.
Un alza en la tasa a las utilidades de las empresas recauda inicialmente más
pero luego descuenta esa diferencia en el impuesto personal y reduce el
impuesto que paga el accionista que recibió dividendos (es mayor su crédito
tributario correspondiente). Pero la reducción prevista de la tasa marginal del
impuesto global complementario de 40 a 35 % reduce la recaudación fiscal,
compensando en buena medida el efecto del alza del impuesto de primera
categoría. Un incremento en la proporción de utilidades distribuidas que
pudiera decidir realizar la empresa (el mínimo es de 30 %) tendería a aumentar
la recaudación fiscal y viceversa. Esto se explica por la diferencia de tasas
entre el impuesto a las utilidades y el de los ingresos personales más altos
que sería menor que antes, pero que se mantendría con signo positivo. La
recaudación fiscal total resultante de un alza en la tasa del impuesto a las
utilidades de las empresas aumenta si existen utilidades no distribuidas. Si no
existen, el alza en la tasa la deja inalterada.
No obstante, existen importantes montos de utilidades no
distribuidas en cada año fiscal. Más aún, una de las principales vías de
elusión que practican los poseedores de grandes patrimonios e ingresos, es la
creación de sociedades de inversión donde se acumulan utilidades no
distribuidas pagando así solo impuestos a las utilidades de las empresas y no a
la renta de las personas (mediante el Fondo de Utilidades Tributables). Dicho
de otro modo, la reducción prevista en la reforma de la tasa marginal del
impuesto a la renta de las personas de 40 % a 35 % disminuye en buena parte la
recaudación fiscal por el efecto del alza del impuesto de primera categoría,
con un efecto neto que va a depender de la política de retiro de dividendos de
los dueños de la empresa. Un incremento en la proporción de utilidades
distribuidas tendería a aumentar la recaudación fiscal mientras exista una
diferencia significativa entre la tasa del impuesto a la renta de las personas
y el impuesto a las utilidades de las empresas y exista el crédito por este
concepto y viceversa. La eliminación del FUT en el cuarto año aumentaría
definitivamente la recaudación desde su puesta en aplicación. Mientras tanto, no
se sabe exactamente, pues dependerá de la política de distribución de
dividendos de las empresas. Y el 1,92 % del PIB de recursos tributarios
adicionales no estaría probablemente disponible para el gobierno de marzo 2014
a marzo 2018 …
En tercer lugar, seguir insistiendo en incentivos al ahorro
que no lo estimulan o muy poco, pero ciertamente aumentan la regresividad
tributaria, no implica avanzar hacia mayor equidad.
En cuarto lugar, si los parlamentarios de la actual
oposición no aprobaron la rebaja de Piñera de 40 % a 36 % del impuesto marginal
a la renta en 2012, no resulta muy coherente que debiesen en 2014 aprobar una
rebaja todavía mayor de 40 % a 35 %…
Lo que sigue estando detrás de todos estos
enfoques de economistas liberales es la idea del “flat tax” de Milton Friedman,
es decir de equiparar el impuesto a la renta y a las utilidades de las
empresas, terminando con la progresividad de los impuestos, aquella vieja y
noble idea de los movimientos sociales y de los economistas progresistas, idea
detrás de la cual hay valores más actuales que nunca, como el de la igualdad,
por ejemplo. Parece ser que se reincide en aquella práctica de señalizar hacia
un lado (discurso contra las desigualdades y a favor de reformas estructurales)
y de doblar hacia el otro (reforma tributaria que disminuye la progresividad
del impuesto a la renta a niveles nunca vistos en Chile). Con el riesgo de
provocar algunos problemas de tránsito por desorientación de los participantes.
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