Ucrania y la soberanía


Ha vuelto la polémica sobre la posición internacional de Chile por la reunión Boric-Zelenski en Naciones Unidas. Se vuelve a dar argumentos por algunos para prestar un injustificado apoyo a Rusia, que invadió parte del territorio de un país soberano y lo anexó, además de intentar tomar su capital y someter su régimen político a sus designios.
Cabe hacerles algunas preguntas:
1. ¿Por qué a Ucrania sólo le cabría someterse a la Rusia de Putin y a su régimen? ¿No es acaso un país soberano que puede decidir sus alianzas y optar por la neutralidad o bien adherir a la Unión Europea y eventualmente a la OTAN, si así lo deciden soberanamente sus ciudadanos? ¿Por qué debería Rusia disponer de un poder de veto neocolonial? ¿Por qué debería ser Ucrania parte de un proyecto de restauración imperial dominado por un capitalismo oligárquico y un régimen despótico y conservador, cuyas fuerzas de apoyo son antifeministas y homófobas? Luego, ante la agresión externa, ¿no tiene Ucrania derecho a la defensa armada de su territorio, aunque las armas provengan de europeos y norteamericanos (de alguna parte tienen que venir)?
2. Si el argumento es que Ucrania merece ser invadida porque era parte de la zona de influencia del imperio Ruso en unas u otras etapas de su expansión pasada, y luego parte de la Unión Soviética, cabe recordar que Lenin y Trotsky reconocieron su soberanía nacional poco después de la revolución, en medio de los avatares de la guerra civil de 1917-1923, igual que la de los países bálticos y Polonia. Por eso Putin es un crítico acerbo de Lenin. Otra cosa es que después la URSS y Stalin se las retiraran en diversas etapas y volvieran a invadir esas naciones. Sin embargo, Ucrania, como Bielorrusia, tuvo una representación propia en la ONU desde su creación, dado ese reconocimiento nacional. Y en 1991 recuperó su plena independencia, reconocida formalmente por la Federación Rusa, específicamente a cambio del retiro del arsenal nuclear de su territorio, como en el caso de otros países que pertenecieron la URSS.
3. Este argumento se asemeja a considerar hoy que tendría razón Perú si reivindicase los territorios al norte de Antofagasta, porque en algún momento fueron anexados por el Imperio Inca (lo que ocurrió de hecho hasta el río Maule), y luego formaron parte del virreinato peruano y del Perú independiente. Las guerras de conquista de territorios contra la voluntad de sus pueblos, por las razones que sea, no resultan ser algo defendible, ni tampoco "zonas de influencia histórica" que limiten la soberanía de unas u otras naciones internacionalmente reconocidas. Pero nada de eso justifica intentar cambiar hoy las fronteras existentes, aunque resultaran de guerras y confrontaciones pasadas, pues se haría todavía más inoperante el derecho internacional para mantener la paz entre las naciones (193 en la actualidad) y se pavimentaría un camino directo a las guerras de conquista, a la ley del más fuerte y a la violencia generalizada en el mundo.
4. Se argumenta, por otro lado, que la invasión rusa se justifica porque el de Ucrania sería un régimen nazi. ¿Zelensky un nazi? Fue electo en 2019 por una amplia mayoría ciudadana en elecciones competitivas, su partido no tuvo que ver con el Maidan y otras confrontaciones previas entre nacionalistas ucranianos y pro-rusos y es objeto de control por un parlamento en funciones. De hecho, su plataforma electoral era buscar la paz con Rusia. Además, ¿qué sentido puede tener tratar de nazi a un judío ruso parlante, cuyo abuelo fue combatiente del Ejército Rojo contra Hitler, mientras parte de su familia murió en los campos de concentración por ser judíos? ¿No es un simple despropósito de la propaganda de Putin destinada a justificar lo injustificable y demonizar a un presidente legítimo? En Ucrania, claro, ha habido y hay ultraderechistas y pro-nazis. ¿Aquí no? ¿Y en la Rusia de Putin tampoco?
5. Si el argumento es que Putin está en lucha contra Estados Unidos y eso todo lo justifica, entonces cabe apoyar a la dinastía de los Kim en Corea, los ayatolas en Irán y a los talibanes en Afganistán. Mala suerte si persiguen a todo el mundo que no se les someta y/o a las mujeres y a los no creyentes, lo importante es que son anti-norteamericanos ¿Se puede sostener, contra toda razón, que, dado que Estados Unidos es un imperio que ha provocado daños inmensos a los pueblos latinoamericanos mediante invasiones e intervenciones (el que quiera leer el detalle de la inaceptable intervención norteamericana en Chile puede hacerlo en mi más reciente libro), entonces debemos alinearnos con sus enemigos en toda circunstancia y quienquiera éstos sean? ¿Se nos olvidó que contra los nazis lucharon juntos los soviéticos y los norteamericanos de Roosevelt, aunque previamente Stalin había pactado con Hitler? ¿O que hoy los vietnamitas herederos de Ho Chi Minh, después de una guerra que costó 2,5 millones de muertos, cooperan con los norteamericanos en diversos temas para contrarrestar la influencia de China en la zona? De ese país Vietnam recibió apoyo activo contra los norteamericanos, pero hoy mantiene con él disputas territoriales, las que incluso llevaron a una breve guerra en 1979. Así son en ocasiones las paradojas de la historia.
6. Esta postura pro-rusa en Chile tiene un problema de consistencia. ¿Como se puede defender el legítimo derecho a la autodeterminación y a la soberanía nacional de Cuba, Venezuela o Palestina si se niega la de Ucrania? Hay que preguntarse de donde salió esta manía de defender a un déspota neo-imperial heredero del zarismo por el solo hecho de dirigir un país que en otras épocas fundó la fenecida Unión Soviética. ¿Tal vez de nostalgias estalinistas en mundo post-moderno demasiado confuso? ¿O por simpatías inexplicables con regímenes no democráticos como los de Maduro y Ortega? En todo caso, izquierdas europeas como las de Yolanda Díaz y Jean Luc Mélenchon, poco sospechosas de pro-imperialismo, condenan la invasión rusa a Ucrania. Lo mismo debieran hacer sus equivalentes en Chile, simplemente por un asunto de convicciones democráticas y de defensa de la soberanía de los pueblos frente a la agresión externa, que forman parte del acervo irrenunciable de la izquierda chilena.
7. Pero, sobre todo, ¿no tiene más sentido defender hoy la autodeterminación de los pueblos y los derechos humanos en todas partes y propiciar una política de no alineación latinoamericana activa respecto a Estados Unidos, Europa y también China y Rusia, así como de cooperación caso a caso en lo que corresponda al interés nacional y regional con unos y otros bloques en un mundo multipolar? ¿Y propiciar relaciones internacionales sin guerras de conquista ni intervenciones contra la soberanía, con la sola excepción de la defensa de los derechos humanos, y condenar tanto la invasión a Ucrania como las intervenciones norteamericanas en América Latina?
Es lo que ha hecho el presidente Boric en la ONU. Ha tenido toda la razón en hacerlo.

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