Se confirma caída del PIB en el primer trimestre

El Banco Central ha publicado hoy las cuentas nacionales del primer trimestre. Se registra una caída de -0,8% (-2,4% en ritmo anual) de la actividad medida por el Producto Interior Bruto respecto al trimestre anterior, sin considerar las variaciones estacionales. Esta caída es mayor que la registrada en los índices mensuales (Imacec) previamente estimados y es la primera desde la gran crisis pandémica del segundo trimestre de 2020 y desde la caída del cuarto trimestre de 2019 por la rebelión social. Caen en lo que va de 2022 la agricultura, la pesca, la minería, la industria y la construcción en la producción de bienes, así como el comercio en los servicios, siempre en términos desestacionalizados. Solo crecen todavía de manera significativa los servicios personales, en los que se ha concentrado el gasto en consumo en el período reciente, además de lo bienes básicos. El consumo total de los hogares cayó en -0,3%, disminución que seguirá en los próximos trimestres por el fin del tercer retiro desde las cuentas previsionales y la caída de los salarios reales. La formación bruta de capital fijo (la inversión sin variación de existencias) cayó en -5,9%, como era de esperar por el alza persistente de las tasas de interés.
Sigue su curso la perspectiva de una recesión expresamente provocada por la política monetaria y fiscal, como hemos venido advirtiendo. Se ha producido un aumento muy sobredimensionado de la tasa de política monetaria hasta 8,25% por el Banco Central (las tasas comerciales de los bancos se aproximan al 30% anual, dificultando considerablemente la actividad de las pymes), mientras opera una contracción presupuestaria de -25% dejada por el gobierno anterior (el gasto público representó del orden de 30% del PIB en 2021).
El punto decisivo de política económica es que no tiene sentido combatir la inflación siguiendo una política ultra-ortodoxa, la que desde luego no practican los grandes bancos centrales del mundo, que está provocando en Chile una contracción generalizada. El objetivo es comprimir como sea un consumo de los hogares que se expandió fuertemente en el segundo semestre de 2021, pero que ya viene en disminución. En efecto, está crecientemente afectado por la fuerte inflación importada y por menores ingresos de las familias, mientras solo los que reciben asignación o subsidio familiar serán, por el momento, objeto de una compensación por el alza de alimentos, junto al congelamiento de las tarifas del transporte público.
Sigo planteando la siguiente pregunta: ¿tiene sentido provocar una recesión brusca e inútil -la inflación importada simplemente no depende de la política monetaria y fiscal doméstica- al iniciarse un gobierno que se propone realizar transformaciones estructurales y en medio de definiciones constitucionales cruciales para el futuro del país? Para algunos evidentemente es el caso, pues su interés es que ambos procesos fracasen. Para el interés general, sin embargo, puede resultar desastroso.

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