La rebelión social, el capitalismo, la democracia y las elites
En Cooperativa.cl
Una lectura de una reciente entrevista al sociólogo Göran Therborn (en El Estado Social de mañana, Cubillos, Slachevski, Yáñez, LOM, 2019) permite poner en perspectiva parte de lo que está pasando en Chile. Señala Therborn,"siempre ha existido una distancia y una tensión entre capitalismo y democracia, porque los capitalistas siempre han sido una minoría. A lo largo de la historia se han construido puentes a modo de compromisos, donde se han protegido los derechos de propiedad a cambio de derechos sociales, pero en este nuevo escenario todo eso se está erosionando".
Therborn se refiere a Europa Occidental y Estados Unidos. En Chile, la oligarquía dominante terminó por desechar los compromisos configurados entre 1920 a 1973 porque el proceso histórico puso en peligro su dominio concentrado de la propiedad. Esta oligarquía se propuso la toma total del poder con la dictadura y refundar radicalmente el orden político. económico y social. Desde 1990 tuvo que aceptar no gobernar directamente pero se niega a cualquier compromiso real entre derecho de propiedad y derechos sociales. Hasta hoy.
En especial, se niega a impuestos progresivos que financien políticas sociales amplias y al derecho de negociación salarial por sector o espacio territorial con sindicatos fuertes y representativos. El resultado, la rebelión social de vastas proporciones de 2019.
Agrega Therborn, "pienso que una de las cosas más sorprendentes que ha pasado en esta relación entre capitalismo y democracia ha sido el abandono de las clases populares por parte de las elites políticas, incluyendo a la socialdemocracia y el social-liberalismo (...). En nuestros días las rebeliones populares tienen que vencer a la elite política que ha abandonado a la gente porque ha privilegiado y está convencida de las pautas y rutinas administrativas y gerenciales. Ir contra esa elite es ir contra la sabiduría convencional de la economía liberal."
Nunca mejor dicho. En Chile el PS-PPD, que contribuyó mucho en su momento a derrotar a la dictadura, dar una salida política a la lucha popular de las protestas y batallar por la justicia en materia de violación de los derechos humanos, no persistió como debía en el cambio político-institucional y en la redistribución del poder económico en la transición, a pesar del esfuerzo de muchos. Pero no fueron suficientes.
Terminó por aceptarse el dominio del neoliberalismo y de un sistema político tramposo, basado en el veto de la minoría política que representa al poder económico. La tesis de seguir batallando fue derrotada en el PS a partir de 2005. A muchos finalmente no nos quedó sino concluir que ya nada teníamos que hacer ahí y dejamos de militar en partidos que están subordinados al sistema oligárquico (personalmente lo hice después de muchas dudas y con dolor, en 2016). Como terminó siéndolo también la mayor parte del PDC.
La declaración de esta semana de ex-ministros DC es una expresión de conservadurismo que, en vez de solidarizar con la rebelión social, lo hace con el partido del orden y su "paz" oligárquica, para condenar el "infantilismo revolucionario". Como si ese fuera el problema de Chile hoy. En realidad, reemerge el anticomunismo a veces enfermizo de algunos DC de la guerra fría, que los hizo trabajar junto al gobierno de Estados Unidos contra la democracia chilena en momentos cruciales de nuestra historia.
Muchos DC no comparten ese enfoque, del mismo modo en que la gran mayoría de socialistas y PPD no aceptan su abandono del mundo popular.
La reconfiguración política del espacio democrático comprometido con la justicia social, y hoy necesariamente también con la sostenibilidad ambiental de la economía, sigue pendiente. Es una tarea sobre todo de las nuevas generaciones, que hasta aquí no han hecho lo necesario para asumir su rol y han preferido refugiarse en sus conductas pos modernas y endógenas.
Pero ya vendrá el tiempo de la recomposición, aunque solo sea como deber moral frente a los protagonistas de la rebelión social - que no son los delincuentes, por supuesto, como pretende convencernos la propaganda gubernamental odiosa y masiva - que están pagando todos los costos de darle a Chile un mejor futuro.
Lo menos que podemos hacer es homenajearlos y agradecerles.