¿Crisis en la economía o ministro de Hacienda contra las reformas?
En El Mostrador
El crecimiento del PIB perdió fuerza desde el segundo
semestre de 2013, en un contexto internacional desfavorable y de exportaciones
netas estancadas, Al declinar el ciclo de inversión minera (que pasó de
representar un1% del PIB en 2000 a 8% en 2013) y al agotarse simultáneamente
los efectos del impulso fiscal de 2009 y el originado por el terremoto de 2010,
perdieron dinamismo tanto la creación de empleo como el incremento de las
remuneraciones reales. Esto provocó un menor crecimiento del consumo de los hogares
en bienes no durables y servicios, mientras el consumo de bienes durables cayó
todavía más en virtud de su mayor
volatilidad. Se produjo el fin de un ciclo de adquisición de estos
bienes por sectores medios emergentes,
en buena medida en base al endeudamiento, quitando dinamismo a la
economía. El principal componente de la demanda agregada en Chile es el consumo
de los hogares, lo que suele olvidarse por muchos analistas que sólo consideran
las variables externas.
La lógica de espiral recesiva que se anudó pudo ser
revertida parcialmente por la política monetaria de abaratamiento del crédito
aplicada desde fines de 2013 y por la política fiscal expansiva desde el último
trimestre de 2014, junto a un tipo de cambio más competitivo que aumenta las exportaciones
netas, pero que al mismo tiempo incrementa temporalmente la inflación e impacta
negativamente sobre las remuneraciones reales, manteniendo la desaceleración.
La serie
desestacionalizada del Imacec, que permite una apreciación de la evolución
coyuntural respecto del mes inmediatamente anterior descontando los efectos
estacionales en la actividad, mostró que ésta no mostró variación en abril y también en mayo, luego de caídas de
-0,6% en febrero y -0,5% en marzo que habían anulado el incremento del índice
de 0,9% del mes de enero. El segundo trimestre terminará con estancamiento o
una leve caída. Dos trimestres seguidos de caída de la actividad configuran una recesión. No
estamos aún en esa situación. Así, el Indice
Mensual de Actividad Económica (Imacec)
fue un 1,9% más alto en los primeros cinco meses de 2015 respecto de ese
mismo período de 2014, es decir se mantiene la cifra de crecimiento del PIB de
2014.
Mientras no se recupere sustancialmente el consumo de
los hogares y la inversión (en
construcción y maquinaria y equipos), la economía seguirá languideciendo, salvo
que las exportaciones se constituyan en el motor del crecimiento, lo que no ha
ocurrido en el último quinquenio (con exportaciones que han crecido menos que
el PIB). El precio del cobre ha bajado sustancialmente, y no se espera que se
recupere por sobre los tres dólares lalibra antes de 2017. El décit en cuenta
corriente, que en los años de mayor expansión de Piñera (2010-2012) se había
ampliado peligrosamente hasta cerca de -5% del PIB, ha vuelto al equilibrio a
inicios de 2015 como fruto de la menor actividad y del encarecimiento de las importaciones,
que entre otras cosas ha contribuido a la caída de la inversión y a que el
consumo de los hogares crezca más lentamente.
Crecimiento anual de PIB,
remuneraciones reales, empleo, consumo de hogares, inversión (FBCF) y
exportaciones, en porcentajes
Año
|
PIB
|
Remuneraciones reales
|
Empleo
|
Consumo hogares
|
FBCF
|
Exportaciones
|
2010
|
5,8
|
2,2
|
6,6
|
10,8
|
11,6
|
2,3
|
2011
|
5,8
|
2,5
|
2,9
|
8,9
|
15,0
|
5,5
|
2012
|
5,4
|
3,3
|
1,8
|
6,0
|
11,6
|
0,1
|
2013
|
4,1
|
3,9
|
2,7
|
5,6
|
2,1
|
3,4
|
2014
|
1,9
|
2,4
|
1,4
|
2,2
|
-6,1
|
0,7
|
2015 (*)
|
1,9
|
2,1
|
1,2
|
1,6
|
-1,7
|
1,4
|
Fuentes: INE y Banco Central de Chile. (*) Mayo respecto del mismo período del año
anterior para PIB (Imacec) y remuneraciones, trimestre móvil marzo-mayo para
empleo y trimestre enero-marzo para consumo, formación bruta de capital fijo y
exportaciones.
La política fiscal ha mantenido
hasta hora una lógica contracíclica,
pero esto parece hoy estar inexplicablemente en discusión. El balance del
gobierno central registró en 2014 un déficit efectivo de -1,6% del PIB,
mientras fue de un -0,6% en 2013 y hubo un superávit de 0,6 en 2012. El presupuesto de 2015 se ha programado con un
déficit efectivo de -2% del PIB, que el nuevo ministro de Hacienda actualizó el
6 de julio a -3% (provocando una
importante alarma pública, en circunstancias que hasta mayo la ejecución
presupuestaria muestra un superávit) y un déficit estructural de -1,1% del PIB,
cuya proyección se mantiene y es en definitiva lo relevante para la política
macroeconómica reactivadora. El gobierno iniciado en marzo de 2014 reiteró la orientación
contracíclica de la política fiscal, pero el nuevo ministro Rodrigo Valdés,
nombrado en mayo, ha sido ambiguo al respecto, aparentemente en base a una
visión más pesimista del crecimiento potencial que la establecida hasta aquí por
el comité de expertos convocado todos años para el efecto por el Ministerio de
Hacienda y por el Banco Central, que en septiembre pasado pronosticó un
crecimiento de mediano plazo de entre 4 y 4,5% anual.
En cualquier caso, probablemente operarán en el resto del año mecanismos
de “estabilización automática” con caídas de ingresos tributarios que lleven al
déficit fiscal efectivo en 2015 más allá del 2% del PIB, empujando la demanda
agregada. La pregunta que subyace es, sin embargo, si este proceso será
suficiente para reanimar la economía y si no será necesario un mayor impulso
fiscal combinado con una rebaja adicional de la tasa de interés de referencia.
Recordemos que la crisis global y el terremoto de 2010 indujeron mayores gastos
que los previstos (con incrementos del gasto público de 16,5% en 2009 y de 6,6%
en 2010) y un sensato déficit estructural fuera de regla, ante la magnitud de
la amenaza de recesión, de -3,1% del PIB en 2009 y de -2,1% en 2010. Este
déficit se fue reduciendo a -1% en 2011, a -0,4% en 2012 y a -0,6% en 2013 y 2014.
La situación fiscal chilena es una de las más sólidas del mundo para
abordar un nuevo impulso fiscal. El Fondo de Estabilización Económica y Social
(FEES) acumulaba en mayo US$14.487,4 millones, mientras que el Fondo de Reserva
de Pensiones (FRP) acumulaba US$7.847 millones. Los Otros Activos del Tesoro
Público y el Fondo para la Educación (FpE), registraron saldos de US$2.962,7
millones y US$3.699,2 millones, respectivamente. Los activos del Tesoro Público
totalizaron así un 11,6% del PIB. La deuda bruta del gobierno central es de
sólo 15,1% del PIB, mientras la deuda neta, gracias a las reservas fiscales
acumuladas por la política de balance estructural, es en realidad una acreencia
neta de 4,4% del PIB a diciembre 2014. Los activos
netos del gobierno central/PIB son hoy mucho mayores que en 1990-2005. La deuda
pública/PIB es la segunda más baja de la OCDE después de Estonia. Sería un
grave error para el crecimiento y el empleo que el gobierno abandone la
política fiscal contracíclica. El gasto público debe
seguir determinándose por los ingresos a 5 años (PIB) y 10 años (cobre) y no
por los del año presupuestario. No hay razones para que en un año baje sustancialmente
la estimación de crecimiento de 4,3% del PIB Tendencial para el próximo
quinquenio o de US$ 3,07 del cobre para la próxima década.
La política
monetaria debiera volver a activarse, luego de los ajustes por el Banco
Central de la tasa de referencia desde octubre 2013 a octubre 2014, cuando dejó
la tasa de referencia en 3%, dado el deterioro de la coyuntura desde el segundo
semestre de 2013 que no previó,y mantuvo desde entonces una actitud de no
innovación. La política del Banco Central ha ayudado a devaluar el peso y
mejorado la competitividad del sector exportador y el sustituidor de
importaciones, pero debiera ahora contribuir algo más a aumentar la inversión y
el consumo en tanto no se avizora que la inflación se acelere en exceso por
efecto de la devaluación del peso.
La economía chilena no
está en crisis, pero bajó a menos de la mitad su ritmo de crecimiento y
languidece en torno al 2% anual en el último año y medio. Si el crecimiento potencial es superior a esa cifra,
y nadie ha aventurado que sea menor al 4% en el mediano plazo, entonces la
política económica debe actuar para volver al menos a esa senda de crecimiento,
con autoridades que sean activas en señalar y sostener un camino de
recuperación en vez de ensombrecer inútilmente el panorama. Salvo que su intención
sea directamente política, y que la actual autoridad económica haya decidido
sumarse a los que buscan, en la oposición y en la coalición de gobierno,
detener las reformas, especialmente la laboral, que la presidenta comprometió ante el pueblo
chileno, tal vez porque nunca las ha compartido. Pero el principio de
transparencia debiera llevar esta postura antireformista al dominio de la
política democrática, en la que se evalúe su pertinencia y legitimidad, y no
procurar mantenerla en el dominio de la gestión técnica de la economía, a la
que simplemente no pertenece.
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