No más de lo mismo
Hemos, con algunos amigos, señalado que seguimos siendo socialistas por fidelidad a su historia y a sus valores pero que nos declaramos autónomos de la estructura del PS actual por tres razones.
Primero, el PS ya no defiende como institución -y con obligación de voto parlamentario- banderas históricas del socialismo, como la educación pública (dio apoyo a la ley de Lavín) y la defensa de la soberanía de los recursos naturales (dio apoyo al royalty minero de Piñera y en estos días a la ley de pesca de Longueira, con algunas honorables excepciones). Con demasiada frecuencia se inclina frente a los intereses de las grandes corporaciones, pues se ha hecho permeable a los grupos de presión empresarial. El propio secretario general firma documentos con lobistas.
Segundo, el PS carece de Estado de derecho interno: no se respetan las resoluciones de los congresos, la Mesa dejó de ser representativa, el Comité Central sesiona sin quorum, no se respeta la diversidad interna sino que se procede por el grupo dominante con lógica de tierra arrasada frente al que piensa diferente. La casa común de la izquierda que contribuimos a crear es cada vez más el refugio conquistado de un grupo sin propósito programático alguno que no sea la búsqueda de reconocimiento por la élite dominante y de posiciones burocráticas en el Estado. Es decir un partido al servicio de un grupo de personas y sus intereses particulares, y no el representante de los “trabajadores manuales e intelectuales” creado en 1933.
Tercero, el PS abandonó su domicilio político: la izquierda. Creemos en la necesidad de articular a la izquierda con el centro. Pero la Concertación siempre tuvo un bloque de izquierda en su seno, que fue capaz de llevar a la presidencia a Lagos y Bachelet. Los parlamentarios PS y PPD siempre fueron elegidos por los militantes de ambos partidos. Escalona y Andrade dividieron al bloque progresista y aceptan sin más trámite los vetos programáticos y políticos de la DC, que exige mantener a la izquierda dividida.
No aceptamos la política ni las conductas mencionadas. Mientras estas no cambien, mantendremos congelada nuestra militancia. Trabajaremos como socialistas autónomos, creando un espacio de acción con militantes de dentro y fuera del PS para bregar por reunificar a la izquierda y el progresismo, ojalá en un gran partido plural de la izquierda o al menos en un frente amplio progresista, con una lista parlamentaria que lo exprese. Desde una izquierda reagrupada podremos entendernos amigablemente con el centro, pero sin aceptar vetos, como los que el conservadurismo ha impuesto en materia de aborto, matrimonio igualitario, educación pública y reformas estructurales tributarias, laborales y de defensa de los recursos naturales. Los partidos deben estar al servicio de causas y no de los intereses de las personas que logran capturarlos para sus fines.
En materia presidencial, nos guiaremos por adhesiones a programas, pero siempre apoyaremos sin dudas ni tergiversaciones al candidato no derechista mejor situado en la segunda vuelta del año 2013.
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