Una manera de apreciar la evolución de las sociedades y sus mentalidades es el papel que en ellas juegan los llamados “valores postmaterialistas”, en contraste con aquellos vinculados a la “vida material”, en la expresión del historiador Fernand Braudel. De hecho, algún analista de las motivaciones respectivas de Felipe González y de Rodríguez Zapatero en España distinguía en el primero, a propósito de cumplirse dos años de la recuperación del gobierno por los socialistas, la preocupación esencial por la “supervivencia”, que se tradujo en la construcción en España de un amplio Estado de Bienestar (con un uno por ciento anual de incremento de la carga tributaria respecto al PIB en 12 años, según datos de la OCDE, para ilustración de los admiradores liberales de Felipe), y de la modernización productiva dolorosa en el marco de la integración a Europa. En el segundo, en cambio, y en la generación que lo acompaña, establecidas las bases del bienestar económico, se encarnaría una motivación esencial en “la búsqueda de la felicidad”, con la consecuente agenda centrada en la paz y el retiro de tropas de Irak, el matrimonio de homosexuales, el rediseño del mapa de las autonomías, por ejemplo.
En Chile, como tantas veces, no vivimos las cosas tan secuencialmente y las realidades son muy distintas, pero algo de eso hay. La llegada a la Presidencia de la República de Michelle Bachelet en sí misma representó una victoria en toda la línea en contra del conservadurismo y de la resignación frente al statu quo que fueron cultivando penosamente las nuevas élites. "En esta vuelta es imposible ganarle a la derecha" y “una mujer no puede ser Presidente de Chile” se escuchó entre los bien pensantes por mucho tiempo, "no seamos ingenuos, el candidato va a ser Frei o Inzulza", hasta que la voluntad de cambio de los chilenos y chilenas dijo contundentemente otra cosa y el sistema de partidos se adaptó con bastante fluidez, más allá de lo que se ha dicho, a esa realidad. Y luego nadie creyó en la firmeza de carácter de la Presidenta, que llevó la paridad hombre-mujer en sus nombramientos más lejos que en los escasos países de occidente que la practican: “el gobierno no va a ser eficiente con tanta mujer sin competencias suficientes en tan altas responsabilidades” fue de nuevo el comentario de los bien pensantes, como si la competencia y la incompetencia no se distribuyeran en mismas proporciones entre hombres y mujeres. No aprovechar la mitad de la inteligencia de una nación es lo verdaderamente poco inteligente. Y la deslegitimación social de la discriminación de la mujer ha avanzado con pasos gigantes. Todo lo cual sin costo presupuestario...
El miércoles 29 de marzo la Presidenta de Chile asistió en persona al acto de recuerdo del asesinato de Guerrero, Nattino y Parada que horrorizó al país hace 21 años por su brutalidad extrema. Y asistió para marcar definitivamente un rumbo al decir con emoción: “la memoria de miles no admite ningún punto final” y ”los tribunales van a continuar estableciendo la verdad y la justicia sin excepción, porque la dignidad de Chile así lo exige”. ¡Qué contraste con los devaneos de algunos de los liderazgos de estos años eternos de transición! ¡Qué tranquilidad saber que nos gobierna una persona que no renuncia a sus valores una vez que llega a la máxima responsabilidad pública! Los valores de la memoria y de la dignidad de un país que no tolera que se asesine, viole, desaparezca sin consecuencias quedan ahí restablecidos con la capacidad de simbolización que la función presidencial tiene. La deslegitimación social de la pretensión de impunidad sigue avanzando a pasos gigantes. Y sin costo presupuestario...
Chile es hoy un país mejor por que se va haciendo cargo de sus valores “postmaterialistas” esenciales, con talento, sin estridencias, con la profundidad que requiere una tarea de tamaña dimensión.
Pero claro, la “vida material” existe y de qué manera, y sigue siendo especialmente angustiante para los más desposeídos. La agenda del bienestar en materia de pensiones (con un inicial pequeño salto para las asistenciales y mínimas), de empleo, de salud (con la corrección de esa iniquidad de limitar el acceso a las mujeres que tienen dinero a la píldora del día después), de vivienda, sigue ahí presente. Y la agenda de futuro de la educación, de la innovación tecnológica, del medio ambiente y el urbanismo, mantienen como nunca su urgencia, porque se juega el destino de las futuras generaciones. Pero abordarlas, porque Chile está lejos de la mínima decencia en la materia y su economía le permite y necesita dar pasos mucho mayores, es tanto más factible con una democracia consolidada y con los valores de la dignidad humana crecientemente compartidos en la sociedad.
En Chile, como tantas veces, no vivimos las cosas tan secuencialmente y las realidades son muy distintas, pero algo de eso hay. La llegada a la Presidencia de la República de Michelle Bachelet en sí misma representó una victoria en toda la línea en contra del conservadurismo y de la resignación frente al statu quo que fueron cultivando penosamente las nuevas élites. "En esta vuelta es imposible ganarle a la derecha" y “una mujer no puede ser Presidente de Chile” se escuchó entre los bien pensantes por mucho tiempo, "no seamos ingenuos, el candidato va a ser Frei o Inzulza", hasta que la voluntad de cambio de los chilenos y chilenas dijo contundentemente otra cosa y el sistema de partidos se adaptó con bastante fluidez, más allá de lo que se ha dicho, a esa realidad. Y luego nadie creyó en la firmeza de carácter de la Presidenta, que llevó la paridad hombre-mujer en sus nombramientos más lejos que en los escasos países de occidente que la practican: “el gobierno no va a ser eficiente con tanta mujer sin competencias suficientes en tan altas responsabilidades” fue de nuevo el comentario de los bien pensantes, como si la competencia y la incompetencia no se distribuyeran en mismas proporciones entre hombres y mujeres. No aprovechar la mitad de la inteligencia de una nación es lo verdaderamente poco inteligente. Y la deslegitimación social de la discriminación de la mujer ha avanzado con pasos gigantes. Todo lo cual sin costo presupuestario...
El miércoles 29 de marzo la Presidenta de Chile asistió en persona al acto de recuerdo del asesinato de Guerrero, Nattino y Parada que horrorizó al país hace 21 años por su brutalidad extrema. Y asistió para marcar definitivamente un rumbo al decir con emoción: “la memoria de miles no admite ningún punto final” y ”los tribunales van a continuar estableciendo la verdad y la justicia sin excepción, porque la dignidad de Chile así lo exige”. ¡Qué contraste con los devaneos de algunos de los liderazgos de estos años eternos de transición! ¡Qué tranquilidad saber que nos gobierna una persona que no renuncia a sus valores una vez que llega a la máxima responsabilidad pública! Los valores de la memoria y de la dignidad de un país que no tolera que se asesine, viole, desaparezca sin consecuencias quedan ahí restablecidos con la capacidad de simbolización que la función presidencial tiene. La deslegitimación social de la pretensión de impunidad sigue avanzando a pasos gigantes. Y sin costo presupuestario...
Chile es hoy un país mejor por que se va haciendo cargo de sus valores “postmaterialistas” esenciales, con talento, sin estridencias, con la profundidad que requiere una tarea de tamaña dimensión.
Pero claro, la “vida material” existe y de qué manera, y sigue siendo especialmente angustiante para los más desposeídos. La agenda del bienestar en materia de pensiones (con un inicial pequeño salto para las asistenciales y mínimas), de empleo, de salud (con la corrección de esa iniquidad de limitar el acceso a las mujeres que tienen dinero a la píldora del día después), de vivienda, sigue ahí presente. Y la agenda de futuro de la educación, de la innovación tecnológica, del medio ambiente y el urbanismo, mantienen como nunca su urgencia, porque se juega el destino de las futuras generaciones. Pero abordarlas, porque Chile está lejos de la mínima decencia en la materia y su economía le permite y necesita dar pasos mucho mayores, es tanto más factible con una democracia consolidada y con los valores de la dignidad humana crecientemente compartidos en la sociedad.
Comentarios
de Chile pais desarrollado.Yo creo que en esto de los valores que Ud. habla hay una deuda no pagada completamente en el punto de la equidad social que tiene que ver con asuntos materiales,ingreso,trabajo,salud educacion.Yo estaria contento con un ingreso de US 10.000 dolares efectivo para cada chileno en cinco años.Y eso no es tarea imposible.
Atentamente