En su discurso de despedida de la presidencia de Estados Unidos en 1961, el presidente saliente y ex general Dwight Eisenhower advirtió sobre los peligros de lo que llamó el “complejo industrial-militar”. En sus palabras: "nuestro trabajo, los recursos y los medios de subsistencia son todo lo que tenemos; así es la estructura misma de nuestra sociedad. En los consejos de gobierno, debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no, por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos".
En su propio discurso de despedida la semana pasada, Joseph Biden se refirió al surgimiento de lo que llamó un “complejo tecnológico-industrial": “quiero advertir al país de algunas cosas que me preocupan mucho. Y esa es la peligrosa concentración de poder en manos de muy pocas personas ultrarricas. Hoy en día, una oligarquía está tomando forma en Estados Unidos, de extrema riqueza, poder e influencia que literalmente amenaza toda nuestra democracia, nuestros derechos y libertades básicas”.
Se trata de expresiones algo melancólicas al momento de salir del poder, luego de obtenerlo y ejercerlo, que dan cuenta de una realidad de la que ambos presidentes han formado parte: el carácter oligárquico del control sobre el sistema político y mediático en Estados Unidos, el que emana inevitablemente de la alta concentración del capital y de la economía. Según Bloomberg News, durante los cuatro años de la presidencia de Biden, la riqueza de los 100 estadounidenses más ricos creció en un 63%, mientras el PIB lo hizo en 28%. Esta persistencia de la tendencia a la concentración la simboliza una figura central del “complejo tecnológico-industrial”, Elon Musk (Tesla, SpaceX, X), que pasó de apoyar a los demócratas a ser un aliado fundamental de Trump. Multiplicó su patrimonio por dieciséis: sumaba $25 mil millones en 2020 y alcanzó más de $415 mil millones en 2024. Por su parte, el de Mark Zuckerberg (Meta), una de cuyas empresas acaba de censurar en Chile al periodista Daniel Matamala, se ha casi cuadruplicado, mientras el de Jeff Bezos (Amazon) se ha duplicado, el mismo que acaba de censurar una caricatura suya en el diario del que es dueño, el Washington Post, lo que implicó la renuncia de su autora.
Se podría considerar que se utiliza la noción de oligarquía con fines retóricos, pero en este caso alude de manera precisa aquel orden que se rige por el principio de bloqueo del interés general por parte de una minoría que concentra una parte determinante del poder económico, político y mediático en su propio beneficio (ver "Oligarchy", Jeffrey Winters, Cambridge University Press, 2011). Esa oligarquía seguirá confrontándose con la democracia en Estados Unidos y en el mundo, como el sociólogo Göran Therborn señaló tiempo atrás (LOM, 2019): "siempre ha existido una distancia y una tensión entre capitalismo y democracia, porque los capitalistas siempre han sido una minoría. A lo largo de la historia se han construido puentes a modo de compromisos, donde se han protegido los derechos de propiedad a cambio de derechos sociales, pero en este nuevo escenario todo eso se está erosionando".
El gobierno de Trump no solo tendrá la influencia sistémica de la oligarquía propia de Estados Unidos, sino que será directamente lo que la Real Academia Española define como "plutocracia": aquella “situación en la que los ricos ejercen su preponderancia en el gobierno del Estado”. Se trata de un dominio más nacionalista y expansivo que nunca, con más resortes de poder y con un fuerte arraigo en el capitalismo financiero y de plataformas tecnológicas, que dejará potencialmente una todavía mayor huella de dominación con aristas conflictivas y violentas en el mundo contemporáneo.