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Sobre la paridad y las listas cerradas



El trabajoso proceso constitucional - decisivo para el futuro del país - tiene la tarea de completar los temas que fueron dejados de lado en el acuerdo del 15 de noviembre, en la comisión técnica posterior y en la reforma constitucional promulgada el 23 de diciembre de 2019. Uno de ellos es el de la paridad de género en la elección de miembros de la Convención Constitucional. Esto es importante para la Convención, pero también como esquema permanente, pues probablemente el acuerdo al que se llegue será el que prevalezca en el futuro sistema electoral.

La UDI ha planteado, y con ella más tarde todo el oficialismo, el rechazo a lo aprobado en la Cámara con corrección de género posterior a la elección.

Promueve ahora un sistema de lista cerrada con hombres y mujeres alternados. Es mejor que las dos papeletas, una de hombres y otra de mujeres, de la que también había hablado la UDI, pero que era una obvia vuelta al sistema binominal por la poca amplitud numérica de los escaños a elegir en la mayoría de los distritos.

Como la UDI es un partido esencialmente autoritario y vertical, busca que la jerarquía partidaria determine la prelación de nombres en las listas de candidaturas y, por tanto, defina a los que tienen más posibilidades de elegirse.

No obstante, no todo es rechazable en este esquema. Puede tener diversas virtudes, además de asegurar al menos un 40% de paridad de género.

Partamos por considerar la corrección de género después de la elección, aprobada en la Cámara de Diputados. Este mecanismo puede dejar a muchas mujeres que terminen electas con menos votos que los hombres que sustituyan sujetas a un pernicioso cuestionamiento de legitimidad. En la lista cerrada este no es el caso, pues se vota por un equipo paritario.

Respecto a los independientes que los partidos inviten a ser parte de sus filas, su presencia (o no) en la parte elegible de la lista expresaría la voluntad real de que sean parte (o no) del órgano representativo que se elige. Así se disminuye la invitación manipulada sin elegibilidad.

Por otra parte, lo que se pacte debe incluir la inscripción autónoma de independientes con firmas de un piso de solo 0,5% de los electores en cada distrito y la posibilidad de inscribir de listas de independientes asociados por algún fin común con el mismo número de firmas, con la opción de que se vote por individuos o por colectivos, para permitir la representación de la sociedad civil y evitar el monopolio de los partidos tradicionales.

Otra virtud del esquema comentado es que aunque la lista cerrada le resta a los ciudadanos la posibilidad de elegir personas directamente - aunque lo hacen al ver y sopesar los/as cabezas de lista que tendrán mayor posibilidad de elegirse - permite que se presenten equipos ante la ciudadanía y no solo individuos que se aglomeran en sociedades de intereses personales, lo que desgraciadamente son hoy algunos partidos políticos.

Creo que esta es una de las causas del deterioro radical del sistema político chileno, con demasiadas personas que están en política al margen de proyectos colectivos. Muchos están más bien en la promoción del interés propio, con el trasfondo de la ambición de llegar a transformarse en caudillos (figura que tiene una larga - y bastante nefasta - historia en nuestros países) y adhieren a partidos de manera esencialmente utilitaria. Su generalización es hoy el neoliberalismo en acción en la política.

Como observarán, de lo dicho se deduce que la oposición debiera tomar la propuesta de la derecha en materia de paridad y listas cerradas, pero complementándola con bajas barreras a la entrada tanto de independientes como de listas de independientes.

Esto es desde luego mejor que nada, pero es, además, un esquema con virtudes suficientes, partiendo de la base que también tiene defectos y que no hay sistema electoral perfecto.

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