jueves, 21 de mayo de 2015

El proceso transformador


En Voces La Tercera

El discurso presidencial del 21 de mayo no abundó en “anuncios”, y no tiene por qué ser así. Antes bien, la presidenta reiteró su plan de gobierno y repasó sus logros, que no son pocos en un año, y abordó varias de las dificultades que se han presentado en su gestión. Se trata, entonces, propiamente de una cuenta a la Nación.

Llama la atención que la palabra “reforma” desapareciese del léxico, pero fue sustituida reiteradamente por la noción de “proceso transformador” y de “transformaciones de fondo”. Y eso es lo que la presidenta ha vuelto a indicar como su ambición. Concluida en septiembre pasado la reforma tributaria –que desgraciadamente no recaudará lo suficiente y complejizó en extremo el sistema de tributación de la renta de empresas y personas- la Presidenta abundó en la reforma educacional, e indicó, otra vez sin precisiones, su voluntad de dotar a Chile durante su gobierno de una nueva constitución. Eso en materia de sus tres prioridades de campaña. Pero reiteró que seguirá su curso la reforma laboral, que enviará una reforma a las Isapres junto a impulsar el fortalecimiento de la red pública de salud y que enviará una ley de reforma al sistema de pensiones. Y reiteró su compromiso con la agenda de probidad que se instaló en los últimos meses en el centro del escenario político. En suma, quedan para su concreción dos grandes reformas institucionales (constitución y probidad) y cuatro sustanciales reformas sociales (educación, laboral, seguros de salud y pensiones) que contribuirán a aumentar la calidad de vida de la mayoría de los chilenos. Es decir, un proceso transformador nutrido para los próximos tres años.

La Presidenta, por tanto, no retrocede en su voluntad política de avanzar en cambios en los que cree y respecto de los cuales comprometió su palabra en campaña o en su primer año de gobierno.Pero quedan dos incógnitas y un gran desafío.

Primero en materia constitucional: ¿cuándo y cómo serán la “participación incidente” y el “momento institucional” para tener una nueva Constitución? El tema queda, parece ser, para septiembre.

Segundo: ¿cómo se reactivará la economía para llevarla a su crecimiento potencial de al menos 4% anual? Es cierto que la presidenta hizo afirmaciones importantes al hablar de prioridades productivas, rompiendo con la ortodoxia, y subrayando la importancia de la transición energética de Chile, lo que el mercado simplemente no puede asegurar. Pero no dijo nada respecto de algo que se hace evidente: la necesidad de poner en práctica un nuevo plan de estímulo fiscal y monetario para acelerar el crecimiento, expandiendo la demanda interna. Y nada sobre lo que será la verdadera prueba de fuego de la separación de la política y el dinero: la rediscusión de la inicua tributación minera existente, con un parlamento que autocercenó sus atribuciones, probablemente a cambio de sustanciales subsidios electorales. El día que el gobierno y el parlamento vuelvan a discutir el tema, nuestra democracia habrá vuelto a ser digna de ese nombre.

El gran desafío pendiente es una mejor articulación con los movimientos sociales y sus expectativas. Se ha llegado a un punto en que ya no prevalece la voluntad de concordar entre las partes, sino la de presionar al gobierno por diversas organizaciones sociales y por el otro ministros que consideran a la movilización como una desechable expresión de intereses corporativos, poco menos que ilegítimos, y que no parecen querer trabajar acuerdos de largo plazo con el mundo social. Allí se requiere una gran transformación en el estilo gubernamental.

lunes, 11 de mayo de 2015

Cambio de gabinete: ¿para las reformas?



La Presidenta Bachelet concluyó su cambio de gabinete con sustituciones de envergadura: el equipo de La Moneda y los ministros de Hacienda y Trabajo, junto a otros cambios. Se requería una nueva iniciativa política y un nuevo equipo económico y social. El nuevo equipo político tiene las condiciones para reestablecer mayores dosis de confianza en el trabajo gubernamental. Los tres nuevos ministros de La Moneda han sido parlamentarios, permitiendo que sean fluidos los vínculos con Valparaíso, lo que es de gran importancia por la densidad de la agenda de reformas y sus derivaciones legislativas.

En cambio, el nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ex brazo derecho de Nicolás Eyzaguirre en el período de Lagos, tiene poca experiencia en la materia, pero sí un recorrido gubernamental.

Desde el punto de vista de la coalición de gobierno, no consultada en este cambio -por lo que el sistema de partidos no queda demasiado realzado y a estas alturas uno se pregunta para qué sirve exactamente-, la DC debiera quedar satisfecha por recuperar posiciones de primer plano en Interior con Burgos y Trabajo con Rincón. El PPD  otro tanto con el acceso de uno de sus miembros a Hacienda y el Partido Radical con la llegada de Gómez a Defensa. El PC sube a dos ministros, tomando adicionalmente el de Desarrollo Social. El PS, en cambio, queda con sólo tres ministros (Díaz, Furche y Pacheco), lo que no deja un balance muy boyante en materia de influencia en el gobierno para Andrade y el partido de la Presidenta.

La gran pregunta es, ¿hacia dónde sigue la tarea gubernamental? Llevar adelante la agenda de probidad parece ser la tarea más urgente para producir el quiebre del clima de sospechas generalizadas, sin lo cual lo demás estará permanentemente interferido.

Pero las grandes reformas no parecen demasiado bien aspectadas si se considera el nuevo equipo. Jorge Burgos y promover un plebiscito para consultar por una Asamblea Constituyente no parecen ser exactamente un matrimonio afiatado. Al quedar en manos de Jorge Burgos, el equipo político va a tener un sesgo más conservador, pues si bien el convencido reformista Marcelo Díaz ocupa ahora la vocería, ésta no suele tomar decisiones; mientras Jorge Insunza se encargará del vínculo con el Congreso, proviniendo de la Cámara y antes de una empresa de lobistas. Las competencias de la ministra Rincón en materia de reformas laborales no son muy conocidas, ni tampoco sus vínculos con el mundo laboral. Y el nuevo ministro de Hacienda no es precisamente un keynesiano convencido, como tampoco el de Economía, en momentos en que la economía necesita un nuevo impulso fiscal y monetario para no empantanarse en el estancamiento.

Las reformas  no lucen bien aspectadas, para tranquilidad del arco conservador e inquietud del arco reformador. Pero a veces se producen impulsos inesperados de quienes no se espera.

jueves, 7 de mayo de 2015

Cambio de gabinete: una espera decisiva


Después de la petición de renuncia de la Presidenta Bachelet a su gabinete, y el plazo de 72 horas que estableció para conformar uno nuevo, no tiene mucho sentido especular. Salvo -tal vez- constatar que es probable que el ministro del Interior y jefe de gabinete, Rodrigo Peñailillo, será reemplazado o enrocado, y que el de Relaciones Exteriores ha sido confirmado  para que pueda seguir con tranquilidad su gestión en La Haya.

La tarea del ministro Peñailillo hasta el 30 de enero se presentaba bien, con dos grandes activos: haber logrado el cambio del sistema electoral binominal y haber mantenido básicamente en funcionamiento una coalición cuyos polos son los dos grandes actores de la guerra fría en Chile (la DC y el PC), cuya confrontación hasta 1973 fue homérica. Esto es del  orden de la proeza política y debe consignarse a favor de Rodrigo Peñailillo. Pero la pérdida de legitimidad global del sistema político por la evidencia de la gran influencia del poder económico en la política, llegó muy cerca del jefe de gabinete, víctima de un sistema que había naturalizado mecanismos de financiamiento de la política y de campañas por grandes empresas, al margen de la ley, y por insuficiencia manifiesta de la normativa.

Lo que viene para el nuevo equipo de gobierno supondrá abordar la continuidad de las reformas en curso -la de educación y la laboral en particular- y avanzar rápido en un nuevo sistema de financiamiento de la política, que establezca una muralla china entre el poder del dinero y las representaciones ciudadanas. Y que dé curso a las recomendaciones de las comisiones para reformar los seguros de salud, de crecimiento urbano y la que vendrá de previsión. Y, por supuesto, el nuevo equipo deberá dar curso al proceso constituyente convocado por la Presidenta a partir de septiembre.

En este contexto de cambio de gabinete, la tarea de la Presidenta Bachelet se debe colocar en perspectiva. No es una tarea perfecta, pero representa un inmenso cambio cultural en Chile  el solo hecho de que una mujer haya sido elegida, no una, sino dos veces para ejercer la primera magistratura. Además ha conformado la más amplia coalición política de la historia de Chile. También ha encaminado esa coalición a un compromiso con transformaciones sustanciales que Chile necesita. No es poca cosa. Y tampoco lo es, en medio de dificultades más importantes que las que nadie hubiera podido prever, que haya logrado mantener y proyectar, como se ha evidenciado en estas horas, los resortes de poder necesarios para llevar a buen puerto su compromiso reformador. Mientras tanto hay que esperar y ver.

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