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¿Qué viene después de la campaña presidencial?

Columna en La Tercera

Al terminar la campaña presidencial, el balance principal parece ser el que las perspectivas de continuidad del actual gobierno terminaron de colapsar. Se discute si Michelle Bachelet ganará en primera o en segunda vuelta. En el segundo caso, el margen sería mayor que en primera vuelta, lo que no ayudaría a mitigar el problema en que se encuentran envueltas las fuerzas de gobierno. En esta línea de reflexión, se puede afirmar que el gobierno de Sebastián Piñera habrá sido una suerte de accidente histórico, a partir del fuerte desgaste de 20 años de Concertación, que quedó sin otra perspectiva que ofrecer su continuidad en la administración, lo que no entusiasmó a nadie,como era previsible.

Aquello de renovarse o morir no fue una lección aprendida. Esto dio lugar a que una mayoría se configurase ocasionalmente para darle una oportunidad a otra opción de gobierno. Hecha la prueba, parecen volver ciertas constantes o reafirmarse perspectivas de futuro en otra dirección que la que ofrece la actual coalición de gobierno, más allá de los comentarios que puedan hacerse sobre la coherencia de su acción, que ha sido sorprendentemente baja.

Se puede conjeturar que la sociedad chilena no es conservadora ni comparte los valores de la derecha y eso es lo que estaría determinando el resultado electoral previsible, más que la gestión específica de Sebastián Piñera en el gobierno o los déficits de la campaña oficialista. Para despejar este tipo de interrogantes, en la Universidad de Santiago (con Ipsos) preguntamos a fines de octubre a una muestra representativa de chilenos y chilenas mayores de 18 años sobre una serie de valores sociales. Un 68% considera que Chile es un país “muy desigual”. La desigualdad es atribuida a “diferencias de educación” (51%) o al“origen social o familiar” (un 39%). Una mayoría (52%) opina que el funcionamiento actual de la sociedad chilena no contribuye a disminuir las desigualdades sociales de origen o bien que, más aún, las agrava (33%).

De manera abrumadora, una mayoría (70%) opina que hay que “reformar de manera importante” la sociedad. Los que además quieren “cambiarla totalmente” son más (18%) que los que creen que hay que “hacerle cambios menores” o “dejarla como está” (12%). Los factores que podrían ser constitutivos de un mundo mejor más mencionados son“igualdad”, “respeto por el otro”, “trabajo”, “seguridad” y “respeto por los derechos humanos”, lejos por sobre la “responsabilidad individual” o la “autoridad”. Los de “justicia” e “igualdad” son los conceptos más importantes para los ciudadanos. Se observa además una opinión abrumadoramente mayoritaria a favor de la gestión pública de los servicios básicos y de la salud, las pensiones y la educación. Existe también una opinión ampliamente mayoritaria en favor de que los recursos naturales (el cobre, el litio, el agua, la energía) sean exclusivamente de propiedad estatal. Un 33% está a favor del matrimonio igualitario y otro 31% está a favor del Acuerdo de Vida en Pareja. Sólo un 25% se opone a alguna de éstas fórmulas y sólo un 14% se opone a cualquier forma de aborto. Así, no parece haber mucha duda sobre los valores que prevalecen en la sociedad chilena: definitivamente no son los tradicionales del mundo conservador.

Las principales preocupaciones de los ciudadanos sobre el devenir del país son las desigualdades sociales, el sistema educativo y el de salud, mientras sus principales preocupaciones personales son la educación de sus hijos y la delincuencia. En estos temas, al cabo de cuatro años, la coalición gobernante parece tener poco que decir, sobre todo frente a una mayoría de chilenos que sostiene que estos problemas deben enfrentarse con cambios sustanciales de las políticas vigentes. Además, en todas las áreas consultadas, la mayoría cree que el mejoramiento de la calidad del servicio no justifica el lucro en su prestación, mientras acepta un aumento de los impuestos para financiar la educación gratuita, reformar el sistema de salud y de previsión social y aumentar las ayudas a los más necesitados.

No parece ser entonces un tema de expectativas creadas por ofertas maximalistas lo que estaría volcando la opinión ciudadana a favor de Michelle Bachelet. Son los valores y aspiraciones presentes en la sociedad los que han encontrado en ella una mejor respuesta, o en todo caso la más viable y seria, entre una oferta bastante amplia y variada. No obstante, la palabra la tienen los electores. Si se confirma lo señalado por las encuestas, la ex presidenta deberá enfrentar el desafío de trabajar sus prioridades en las distintas áreas y conformar sus equipos para ponerse, desde el gobierno, al frente de las fuertes aspiraciones de cambio de la mayoría de los ciudadanos.

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