Desde 2007 apareció una nueva expresión, la “crisis subprime”, que podría haber quedado para uso de los iniciados en el debate económico nacional, cuya pobreza intelectual desde que predomina el simplismo neoliberal incluye la del lenguaje: ¿se habrá fijado el lector que ya no se dice “materias primas”, sino “commodities” o “distribución” sino “retail”, términos que son sin embargo perfectamente claros en nuestro noble castellano? Pero sobrevino el derrumbe financiero en Estados Unidos y la mentada crisis entró en la historia. No es para menos: fracaso de los mercados financieros desregulados; bancos hipotecarios y compañías de seguro en quiebra y nacionalizados en el paraíso del libremercado; colapso de la banca de inversión de Wall Street; quiebra de un gran banco de depósito y compra pública de “activos tóxicos” de difícil recuperación a razón de 6% del PIB, con el congreso sometido al chantaje de aprobar plenos poderes o asumir la paralización del crédito y la recesión generalizada