martes, 16 de septiembre de 2003

El Chile de hoy


Exposición en Coloquio sobre los 30 años del golpe de 1973.
París, Septiembre de 2003.

Vivimos hace 30 años una derrota política extrema y pudimos reconquistar la democracia a partir de 1988, y en 2005 concluiremos lo esencial de las reformas de la Constitución que nos permitirán concluir un período de instalación de la democracia en Chile.
La derrota de 1973
A partir de la crisis del año 73 y del modo en el que se resolvió esa crisis se instaló un proyecto de refundación del país, basada en la fuerza que la dictadura logró consolidar en Chile, con la ausencia de todo contrapeso político y social. Y con un proyecto refundacional que a la vez distinguió a las Fuerzas Armadas chilenas de las brasileñas o de las argentinas o de las uruguayas, que fue en este caso la conjunción del pleno dominio de la fuerza con un proyecto inspirado en las visiones neoliberales de Von Hayek y Friedmann, donde la idea era esencialmente provocar una reducción del rol del Estado en todos los planos para buscar una “autoregulación” de la sociedad a través del mercado con un sistema político autoritario. Este es el proyecto histórico refundacional que se prolongó por 17 años y que dejó inmensas secuelas.
Los mandos militares de la época se encontraron con una oferta de un grupo tecnocrático formado en la Universidad de Chicago que les ofreció un diseño racional y sistemático en todas las áreas para destruir al movimiento social, a las izquierdas y a los partidos de centro.
Los orígenes del autoritarismo militar en Chile son muy antiguos. También hay que considerar que la penetración de las ideas neo liberales parte en Chile en el año 1958 con los primeros acuerdos entre la Universidad Católica y la Universidad de Chicago, que permite formar toda una generación de economistas que 15 años después se hicieron del poder total. Entonces es una conjunción de dos fenómenos que actuaron en paralelo y que a partir de 1973 confluyeron. Y hay que agregar la irrupción de un grupo integrista católico, que hoy día constituye el partido UDI, liderado a partir de los años sesenta por un joven abogado llamado Jaime Guzmán, que fue el que hizo el puente entre los militares y este grupo de tecnócratas y que proveyó asesoría y conducción política a este proceso.
La dictadura chilena es la única en América Latina que hizo aprobar una Constitución completa de recambio a la vigente desde el año 1925. En Chile se refundaron completamente las instituciones, sobre la base de un principio fundamental que era introducir lo que se llamó la democracia protegida, es decir mecanismos que dificultaran el principio de mayoría o si se quiere la expresión auténtica de la soberanía popular, generando en las propias instituciones mecanismos para prolongar en el tiempo el autoritarismo de derecha.

Recuperación democrática
La reanimación de la oposición en Chile a inicios de los años 80, luego de la destrucción de las estructuras de los partidos de izquierda que pudieron reconstituirse poco a poco en medio de grandes dificultades, fue eminentemente responsabilidad del movimiento social. El proceso de las protestas populares, que si bien se extendía a la sociedad en su conjunto, tuvo como actor convocante al movimiento sindical, que pagó un alto costo en represión junto a una multiplicidad de organizaciones territoriales. No nos olvidemos la emergencia de ollas comunes, organizaciones vecinales, grupos juveniles, organizaciones de derechos humanos, es decir una vasta gama de organizaciones que se constituyeron en dictadura desde la sociedad. Luego el mundo político se fue rearticulando y fue retomando a su rol, el que fue especialmente decisivo en la coyuntura del plebiscito de 1988.
El plebiscito no fue una maniobra de Pinochet, fue un error de Pinochet. En su Constitución, plebiscitada fraudulentamente en el año 80, originalmente estaba previsto que se mantendría en el poder por 16 años más, pero finalmente se puso entre medio un plebiscito que la dictadura pensó que podría manipular como en 1980. Este fue un callejón sin salida del cual Pinochet no logró zafarse. Sobre la base de la reanimación del movimiento social opositor las organizaciones políticas lograron rearticularse y articular una lucha exitosa en la arena política generada por el plebiscito. La izquierda nunca fue fuerte en el terreno de la acción militar. Fue un error pensar que iba a ser posible algún tipo de derrota militar de las Fuerzas Armadas, un error en el que el Partido Comunista cayó, al optar por la lucha armada, lo cual hizo que se aislara de todos estos procesos.
Desde el momento en que se recupera la democracia representativa, hubo una disminución de la energía movilizadora. No es posible pensar que se pueden mantener los altísimos grados de movilización popular generalizada en una lucha contra la dictadura y por conquistar la democracia que cuando luego las instituciones democráticas funcionan. Y en este plano hemos vuelto a una “normalidad” que no nos gusta, porque ha disminuido el rol del movimiento social, pero que por otro lado es explicable. Ningún país puede vivir una intensa movilización popular eternamente. Pero sí debe proponerse fortalecer sistemáticamente la sociedad civil.

Reformas constitucionales pendientes
Elegimos la estrategia de derrotar a la dictadura en su propio marco institucional y realizar reformas progresivas de una constitución que había sido impuesta por Pinochet. Un cierto número de reformas se pactaron en 1989, con 54 modificaciones a la Constitución y desde 1990 realizado una decena de reformas a la constitución en diversas áreas.
En este momento estamos en una etapa donde se ha logrado avances sustanciales para establecer una constitución propiamente democrática.
Particularmente significativas son, por una parte, las reformas de las facultades del presidente no sólo para nombrar cada cuatro años, pero también para destituir a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y por otra parte aquellas reformas que permitirán cambiar la naturaleza del Consejo de Seguridad Nacional que hoy es un organismo que puede autocitarse por voluntad de dos de los cuatro comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y poner al presidente en minoría, aunque esta institución, que se usó por última vez durante la detención de Pinochet en Londres, prácticamente ha desaparecido en los hechos. De modo tal que ya hay consenso para eliminarla como tal y dejarla como un órgano auxiliar del presidente. En la práctica las Fuerzas Armadas chilenas ya están en lo fundamental subordinadas al poder civil.
El núcleo más duro de roer es el cambio del sistema electoral. Hay fuerzas de la izquierda extra parlamentaria en Chile que no están representadas y es bueno que estén representadas. Nuestra postura ha sido siempre la de cambiar el sistema que favorece a la primera minoría y desde luego terminar con los senadores no electos que distorsionan la voluntad popular. En este sentido también ya hay consenso para eliminar a los senadores no electos. Entonces esto completa un cuadro de modificaciones que ha durado mucho en el tiempo pero que va a concluir con una Constitución que podrá llamarse propiamente democrática.

Situación de la democracia hoy
A menudo se hacen críticas en Chile y en el exterior en relación al hecho que en general la política en Chile se hace de manera cupular. Esto plantea el problema de la participación. Se dice con un poco de ligereza que la gente que se ocupa de la política son 200 personas. Es de la esencia de la democracia representativa producir un sistema de delegación hacia los parlamentos y hacia los gobiernos que son elegidos cada cierto tiempo. En los regímenes democráticos representativos el grueso de las políticas públicas se determinan desde el gobierno y desde el parlamento. Pueden haber esquemas de consulta social, de diálogo social más o menos intenso y si bien es cierto que en Chile hay un déficit en ese sentido, y es tarea nuestra reducirlo, la democracia representativa supone delegación de soberanía en representantes de los ciudadanos.
Chile es un país que está confrontado a los mismos problemas de las democracias maduras, que sufre la despolitización de sus ciudadanos, que sufre la ausencia de canales de participación, que sufre del descreimiento de parte importante de su juventud sobre el sentido de la acción política, en fin, que está inmerso en los cambios culturales más universales. Hecha esta reflexión, hay que recalcar que hay un déficit de participación democrática en Chile. Esta participación democrática tiene que irse resolviendo gradualmente, muy especialmente por el carácter especialmente centralizado del Estado, dándole más potestades de gestión a los municipios y a las instancias regionales y a su vez generando prácticas de educación cívica y de acción colectiva, especialmente de la gente joven para que los espacios de participación se hagan realidad. Si uno mira los textos que facilitan la participación en Chile, son numerosos, son importantes, pero no se ocupan lo suficiente.
En Chile cada municipio tiene una norma de participación aplicable comuna por comuna, para precisamente generar un cuadro de intervención de las poblaciones locales en la asignación de los recursos del ámbito municipal. Existen en Chile mecanismos de diálogo social importantes y significativos. Dialogan los empresarios con el gobierno, dialogan los sindicatos con el gobierno, existen mecanismos centralizados de negociación salarial, en este caso el salario mínimo y los salarios del sector público, que es objeto de acuerdo en una instancia de tipo tripartita o bi partita, según los casos. Todo esto debe fortalecerse.

Derechos Humanos
En relación a las cuentas pendientes con el pasado, queda la cuestión de la justicia y la reparación. Sin embargo es necesario reconocer que todos los crímenes cometidos por la dictadura a partir de 1978 hasta 1989, han sido perseguidos por la justicia, con responsabilidades establecidas y los principales responsables en prisión. En segundo lugar, los crímenes cometidos entre 1973 y 1978, que es el período durante el cuál se aplica la ley de Amnistía, están comenzando a ser perseguidos. Los jueces en este momento reinterpretan la ley de Amnistía, porque según la modificación de la Constitución de 1989 es posible considerar como legislación interna los acuerdos internacionales firmados por Chile y en particular los acuerdos de Ginebra de 1944 y 1946, en lo relativo a los derechos y deberes de la guerra. Es por eso que actualmente, según la interpretación que un número creciente de jueces hace en Chile, no existe la posibilidad de aplicar la ley de Amnistía, porque se trata como lo sabemos, de crímenes contra la humanidad, que son inamnistiables e imprescriptibles. Por lo tanto no solamente el jefe de la policía política de Pinochet, Manuel Contreras estuvo en prisión durante mucho tiempo, y actualmente está procesado por la justicia, y asignado a residencia y esto es un logro ya que Chile es un país en el que la dictadura que no fue derrocada militarmente. Entonces es un logro, porque los responsables de los crímenes están siendo juzgados, y se trata, entre otros, de 30 antiguos generales de Pinochet.
Está también el aspecto simbólico de tener a Pinochet libre, que para nosotros es muy doloroso. Pinochet fue objeto de persecuciones judiciales que finalmente terminaron con un pronunciamiento de la Corte Suprema, que afirmaba que no estaba en una situación de salud que le permitiera afrontar un juicio, declarándolo demente. El Partido Socialista no estuvo de acuerdo con esto, fue una manifestación de impunidad, pero hay que poner las cosas en perspectiva y preguntarse, por ejemplo, ¿donde están en Francia los responsables de tortura a los argelinos durante los años 50 y 60? ¿están en prisión? ¿Porqué se nos pide a los chilenos o a los latinoamericanos tener en este sentido una conducta impecable, sin valorar los avances en medio de dificultades importantes propias de una transición compleja?
El Partido Socialista en Chile ha sido una organización política que ha persistentemente y con razonables grados de éxito, planteado el tema de la memoria, que en si es de enorme importancia, pero también de la reparación de los daños causados por la dictadura en materia de la violación de los derechos humanos. Reparación que pasa por conocer la verdad completa y hacer la justicia necesaria y también las reparaciones materiales que en algo compensen el daño sufrido. Y la trilogía que planteamos en Chile es constitutiva de la esencia de la política del Partido Socialista: la verdad, la justicia y la reparación.
La derecha, pero también parte del centro político y de los sectores progresistas, plantearon en Chile la tesis de “dar vuelta la página”, en virtud llamémoslo de un cierto pragmatismo político. Esto ha sido manifiestamente derrotado en Chile, y especialmente válida es la coyuntura de la conmemoración de los 30 años del derrocamiento del Presidente Allende, en donde hubo un proceso de recuperación de memoria en el cual jugaron un rol esencial los medios de comunicación y hubo una especie de eclosión de todos los canales de televisión, de la prensa escrita, de las radios, para reconstruir lo que pasó, reinterrogar a los actores que sobreviven, reeditar y volver a poner en los ojos de las nuevas generaciones las imágenes, muchas veces tan duras de la crisis democrática del 73, el golpe de Estado, las consecuencias del golpe, las violaciones de los derechos humanos. Y estamos en ese sentido muy satisfechos con lo ocurrido.
El partido que yo dirijo tiene un comité central de 109 personas, y estas personas con excepción de los más jóvenes, son casi todos víctimas de las violaciones de los derechos humanos, muchos de ellos fueron prisioneros, torturados, exiliados, de modo que no es un asunto que miremos desde lejos o una cuestión ajena, sino que está en la esencia de la subjetividad del trabajo político que realizamos todos los días. El Partido Socialista ha sido un actor fundamental en su propia esfera que es la de la acción política. Pero naturalmente hay que saludar, valorar, y reconocer el valor que ha tenido la acción de los distintos organismos de derechos humanos y muy especialmente la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Chile que, en los momentos más difíciles, mantuvo siempre la bandera de lucha contra la impunidad. Siempre fueron un factor de interpelación sistemático y por lo tanto ha tenido un rol decisivo.
En cuanto a nosotros y al sector que represento, estamos satisfechos de haber podido, lentamente y con paciencia, y con una persistente voluntad política, hacer retroceder la impunidad. Y estamos orgullosos que hoy, 30 años después, la justicia sigue estando activa, persigue aún los crímenes de la dictadura, y esta es la base de una democracia sana para las próximas generaciones.
Modelo económico

En cuanto a la cuestión del neo-liberalismo en el cuál algunos acusan al gobierno de Chile de estar inserto, sería necesario ponerse de acuerdo sobre ciertos puntos y en primer lugar definir qué es lo que se entiende por neo-liberalismo. En primer lugar, Chile ha aumentado la carga tributaria desde 1990, y ocurre que las políticas neoliberales postulan disminuirla. En segundo lugar, el gasto social ha aumentado en 4 puntos del PIB, se ha triplicado el gasto social en salud, multiplicado por dos el gasto social en educación y en habitación social. La pobreza disminuyó de 38,6% de la población en 1990 a 20,6% en el 2000 y la extrema pobreza de 12,6% a 5,7% en este mismo período. La cobertura pre-escolar pasó de 21% a 32%, a nivel de base, de 97% a 99%, en la educación media de 80% a 90% y en la educación media del 16% al 32% en 10 años. Se construyeron un millón de habitaciones sociales en 10 años y en Chile actualmente 70% de la población es propietaria de su casa, lo cuál tengo la impresión que no es el caso en Francia. Por lo tanto decir que Chile es víctima del neo liberalismo, con un Estado que no ha disminuido su tamaño, que existe esta política social activa que se desarrolla a todos los niveles, nacional, de los municipios, de los gobiernos regionales, es un error. Las inversiones sociales han cambiado la cara del país. Entonces es necesario ser rigurosos y ver lo que pasa en los países vecinos, en donde en estos mismos años, el Estado ha disminuido su tamaño y donde las políticas sociales son mínimas.
Chile desde hace 10 años no tiene ningún acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Tenemos acceso al mercado de capitales internacionales de manera autónoma y no tenemos ningún crédito del FMI, y por lo tanto, no recibimos ningún tipo de condicionamiento de nuestra política económica interna por el FMI. Es necesario ver lo que ocurre en otros países cuando opera el condicionamiento del FMI. Entonces decir que tenemos una política neo liberal de subordinación al capital internacional, cuando hemos construido con mucho esfuerzo una política económica autónoma que nos permite hacer esta política económica y hacer crecer el rol del Estado en Chile, es un error. Estamos contentos y los chilenos también y votan por nosotros. Esto no significa que lo que hemos hecho sea perfecto y hay muchas cosas por hacer.
En lo que a nosotros concierne estamos contentos que nuestro país haya podido tener un crecimiento de su economía de 6% en promedio desde 1990, lo que ha permitido duplicar el ingreso per capita, lo cuál es extremadamente importante para un país pobre como el nuestro, con 5.000 dólares por habitante. Y todo esto en un contexto difícil de transición de una dictadura a una democracia y sin mayoría parlamentaria.
Un segundo aspecto de esta temática es el de las opciones que han sido hechas en términos de inserción internacional, en donde la fuerte apertura unilateral a los mercados que realiza Chile en los años 70 y parte de los 80 es un hecho que generó un cambio muy fuerte en la estructura económica del país, que trajo consigo una nueva especialización productiva. Chile consolidó su carácter de país fuertemente exportador, esencialmente en bienes basados en recursos naturales o bienes de baja industrialización. Transformar esa estructura productiva y exportadora es también parte de las políticas que se vienen desarrollando desde el año 90, con resultados lentos en el tiempo pero significativos en el sentido que se ha diversificado la estructura exportadora, que existe un volumen importante de exportaciones propiamente industriales, aunque basadas en recursos naturales, y en el país empieza a generarse flujos de producciones basadas en altas tecnologías, una cierta industria de Software, avances en biotecnologías y algo en investigación y desarrollo tecnológico de origen nacional.
Especial importancia ha tenido el desarrollo exportador industrial hacia los mercados latino americanos: Brasil, Argentina, México, pero que desgraciadamente han sido mercados deprimidos en la última década. Siempre se hace la pregunta ¿porqué Chile no volcó sus esfuerzos de inserción internacional hacia América latina? Lo cuál está muy bien en teoría, pero no se puede basar el crecimiento de un país como Chile en mercados deprimidos. Por lo tanto hemos tenido que tomar una opción de diversificación de nuestra inserción internacional. Esto ha permitido en los años 2002-2003 fuertes avances con los grandes bloques comerciales. El acuerdo con la Unión Europea que es un acuerdo comercial, pero que abarca los campos de cooperación científica y tecnológica, educacional y también es un marco de cooperación política de compromiso democrático de Chile. Al mismo tiempo hemos firmado un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos que, contrariamente a lo que se dice, es un acuerdo enteramente comercial que va en el interés nacional de Chile, puesto que abre la mayor economía del mundo a muchos de nuestros productos con mayor valor agregado. La aplicación de este Tratado de Libre comercio va a permitir de inmediato una fuerte expansión de las exportaciones textiles de la zona de Concepción, y así sucesivamente, son aperturas de mercados, ingresos a los mercados justamente de aquellos productos que tienen mayor elaboración.
El hecho de haber logrado acuerdos comerciales permite disminuir aquellas barreras arancelarias y para arancelarias que hacen más difícil la exportación de productos más elaborados: por ejemplo la fruta fresca versus los jugos más elaborados, las maderas brutas versus los productos de la madera elaborados y así sucesivamente. Estos acuerdos lo que hacen es facilitar justamente que Chile pueda exportar ya no solo materias primas o materias primas con elaboración menor sino que entrar también en un campo de exportación de productos con un contenido tecnológico mayor y con más valor agregado nacional. Y en consecuencia son positivos para el país. Chile tenía la opción de esperar la estabilización latinoamericana o hacer una política propia de inserción internacional y optó por lo segundo. Un solo ejemplo, la maxi devaluación brasileña de un par de años atrás le significó por ejemplo a la economía argentina un golpe brutal a su desempeño económico, aparte del error que la economía argentina cometió al mantener un tipo de cambio fijo por un período prolongado. Convengamos que no han estado dadas las condiciones para que en América latina funcione lo que en Europa se demoró más de 40 años, que es la constitución de un mercado común y estabilización de sus monedas. Y lo que pasa es que países como Suecia, como Dinamarca, como Holanda, que son países pequeños y que al principio del siglo XX eran países exportadores de materias primas, productos forestales, pesca, etc. Y fueron generando una inserción internacional mucho más sustentada en productos industriales y con alta tecnología. Fueron procesos largos. Entonces en los países pequeños la situación no es la misma que para países grandes, especialmente en este caso que Chile basara su estrategia de inserción internacional a la espera que madurara una integración con motor argentino-brasileño.
Es muy importante no ver lo que ha pasado en Chile en materia de política económica en los últimos 13 años sólo como algo que se heredó de la dictadura y que no se pudo transformar. No, fue una opción que se tomó, hay que ser claro en eso.
Y por supuesto que tenemos esperanza que ahora la situación brasileña y argentina evolucionen positivamente y que se integre a ese proceso Uruguay, Paraguay y Bolivia y también la zona andina. Pero la situación económica de América del Sur era precaria. Chile necesitaba y sigue necesitando una inserción diversificada, a partir de las fortalezas adquiridas. Es posible entonces ahora acentuar una integración económica con Argentina y Brasil y eso se está haciendo, se acaba de firmar con Brasil un acuerdo de integración física que va a ser muy importante para anudar estructuralmente nuestras economías y con Argentina hemos trabajado toda esta década para terminar con las disputas limítrofes y todo un trabajo de integración física a través de la apertura de múltiples pasos en las cordilleras. Se está trabajando en múltiples planos para producir integración física, que finalmente es esencial para la propia integración productiva.
Chile vende hoy día el grueso de su cobre a China, no hay ninguna razón para que nosotros no sigamos profundizando nuestra inserción económica hacia el Asia-Pacífico. No hay ninguna razón para que nosotros no nos integremos en los mercados norteamericanos que son los de más altos ingresos en el mundo. No hay ninguna razón para que no nos integremos con Europa. Y lo haremos también con América latina pero no sobre la base por ejemplo del Mercosur como unión aduanera proteccionista. No está en el interés nacional de Chile. Lo cual no quiere decir que no acompañemos los procesos positivos que empiezan a emerger en América del Sur y un país no puede vivir de expectativas que a lo mejor se van a fundar, tiene que vivir de realidades y la estrategia de inserción económica internacional, diversificada, activa con la idea precisamente de hacer posible que Chile deje de ser un país que solamente vende productos naturales.
Ahora bien, debieran haber más políticas industriales pro activas y de mayor volumen. Pero tampoco nos olvidemos que fruto de investigaciones y de políticas activas de la Fundación Chile, que es una entidad público-privada chilena, se introdujo por ejemplo el cultivo del salmón, que transformó enteramente la economía de Puerto Montt para el sur del país. Hoy día se exportan mil millones de dólares al año en cultivos de salmones y truchas. Eso es política industrial. Eso es introducir nuevos productos que transforman substancialmente nuestras economías regionales, lo que se requiere es más de eso justamente, y si bien Chile solamente invierte un 0,7% de su PIB en investigación y desarrollo tecnológico, se está haciendo un esfuerzo importante para que esa cifra sea superior. Parte de los acuerdos internacionales han incluido el que se produzca atracción de inversiones tecnológicas. Empresas muy importantes van a instalarse en el centro del país, especialmente en Valparaíso, con el inicio de una industria de alta tecnología, producción de Software, entre otras cosas. De modo que ya viene produciéndose un esbozo de política industrial y este está llamado, y es la voluntad del gobierno actual, a profundizarse y ampliarse.
Reflexiones finales

En relación al pesimismo que existe ante la posibilidad de tener un nuevo gobierno de la Concertación yo tengo como filosofía lo que decía Romain Rolland, hay que actuar con el pesimismo de la inteligencia y con el optimismo de la voluntad. El pesimismo de la inteligencia: vamos a completar 16 años en el poder, en los cuales se ha producido un desgaste y las opiniones públicas y los ciudadanos llamados a elegir las autoridades es normal que cada cierto tiempo busquen probar otras opciones. Esas opciones no vienen desde el lado de la izquierda extra parlamentaria, vienen desde la derecha que ha hecho un trabajo de relegitimación política y la elección municipal del 2004 y parlamentaria del 2005 van a ser muy competitivas, y el éxito no está garantizado. Pero en eso consiste la acción política, justamente en transformar situaciones adversas en situaciones que por el contrario se constituyen en momentos de triunfo. Esto no está garantizado, pero estamos empeñados a fondo en que ese pesimismo se transforme, primero en disposición de lucha política y luego en optimismo y luego en victoria. Pero en democracia son las elecciones las que dirimen y que validan las ofertas políticas gracias al sufragio de los ciudadanos. En este sentido cada etapa de la Concertación ha tenido su propia plataforma. Con Aylwin la redemocratización del país. Con Frei recuperar tasas importantes de crecimiento, reforma de la educación, de las infraestructuras y de la justicia. Con Lagos una ampliación de las políticas sociales y una definitiva subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil y avances en los Derechos Humanos, así como grandes avances en la inserción en los principales mercados mundiales. Y la próxima etapa va a ser una que va a estar centrada, creo yo, en los temas de la educación y de la protección social. En donde efectivamente estamos trabajando para constituir una plataforma que nos permita acudir a los ciudadanos para decirles ahora viene una etapa nueva, en la cual abordaremos temas que hemos abordado pero no en profundidad suficiente.
La figura más validada en nuestra sociedad es una mujer, es militante del Partido Socialista, es ministro de Defensa. Que Michelle Bachelet sea elegida Presidente de Chile sí sería un verdadero cambio, en contraste con el que ofrece la derecha demagógicamente, un cambio cultural, pero también de un nuevo estilo. Para consolidar su opción estamos trabajando y así obtener nuevos avances democráticos y sociales en el país.

jueves, 11 de septiembre de 2003

Salvador Allende 30 años después

Discurso ante la tumba del Presidente Salvador Allende Gossens
11 de septiembre de 2003

No es fácil para ninguno de nosotros, creo, pronunciar hoy palabras que puedan reflejar la emoción que nos embarga a treinta años exactos de la muerte heroica del Presidente Constitucional de Chile Salvador Allende Gossens. Treinta años es mucho tiempo, pero se nos agolpan frente a la tumba en la que descansan sus restos los recuerdos y los sentimientos que nos inducen al recogimiento y al silencio. Quiero entonces iniciar este homenaje de los socialistas chilenos a quien fuera el mejor de los nuestros citando al poeta Humberto Díaz Casanueva: “Allende no fue un dios, fue un hombre; no requiere de orantes en el camino de su Gólgota, pero sí de cultivadores de su fe y de su significación. Allende fue leal con nosotros; nosotros debemos ser leales con él”. Aquí estamos entonces los leales a su legado, pero yo agrego que no solo por deber sino que por convicción íntima y profunda. Aquí estamos recogiendo con orgullo un legado que realimenta día a día a quienes lo acompañaron en su gesta, y hoy están aquí con nosotros, legado que también nos nutre a los que formamos parte de las nuevas generaciones de socialistas y que tanto ha marcado nuestras vidas. Este legado a su vez nos trasciende, porque quedó indeleblemente escrito en la historia chilena y universal.

¿Porqué esa herencia nos conmueve? Porque además de su inconmensurable valor propio se enraíza en nuestro pasado como Nación. Allende alimentó su temple y sus sueños libertarios y de justicia social en su propia biografía familiar inscrita en la historia de Chile. Sus tatarabuelos Allende Garcés lucharon contra los españoles en la guerra de la Independencia como parte de las milicias de O´Higgins y del escuadrón de los Húsares de la Muerte de Manuel Rodríguez. Uno de sus bisabuelos, Vicente Padín, fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y colaboró como médico en la Guerra del Pacífico. Su padre luchó en la batalla de Concón en la guerra civil de 1891 y su tío Arsenio Gossens murió fusilado. De modo que dar la vida por sus ideales no era algo ajeno para Salvador Allende.

Su vocación por la lucha social y política se inspiró también de su abuelo, el Doctor Ramón Allende Padín, Gran Maestre de la Masonería y pionero de la salud pública chilena, que en 1873 en un discurso de candidatura a diputado respondió así a sus adversarios que lo motejaban de rojo: “Rojo, pues, ya que es preciso tomar un nombre y aunque éste me haya sido impuesto como infamante. Rojo, digo, ¡estaré siempre de pie en toda cuestión que envuelva adelanto y mejoramiento del pueblo!”. Esta exclamación fue pronunciada exactamente un siglo antes de la muerte de Salvador Allende en la Moneda por el abuelo médico y político que el nieto no conoció, pero que inspiró su compromiso con los desposeídos y lo impulsó a mantenerse siempre de pie. Ese compromiso lo solemnizó en el funeral de su padre, del que Allende heredó la alegría de vivir, al que pudo asistir estando sometido a un juicio en la Corte marcial en 1932, ya enfrascado en la lucha social, en el que señaló: “alcanzó a decirme que sólo nos legaba una formación limpia y honesta y ningún bien material” y en el que Allende se comprometió a dedicar su vida a la causa de la justicia social. Y así lo hizo hasta el último de sus días.

Pero este compromiso no sólo nació de su entorno inmediato. Nació también de la sensible observación de las injusticias ancestrales de nuestra patria y de un directo contacto con gente modesta de nuestro pueblo. A sus 15 años, trabó una amistad con el anarquista zapatero Juan Demarchi de quien, aunque mucho mayor, llegó a ser un discípulo verdadero y que tuvo sobre él una influencia duradera, que se expresó siempre en el cariño con que Allende se refirió a su pueblo, a los trabajadores, a las mujeres, a los campesinos, a los jóvenes. Ahí están sus últimas palabras que constituyen un postrer testimonio conmovedor de su particular sensibilidad.

Fue Allende un inquieto estudiante de medicina y dirigente estudiantil y muy pronto fundador del Partido Socialista en Valparaíso en 1933, ya como médico comprometido con su pueblo. Dijo poco después, en medio de las convulsiones de los años treinta, lo que retrataría su trayectoria de toda una vida como socialista y demócrata: “Los partidos de derecha armaron la milicia republicana, con armas del Ejército y de los Carabineros. En cambio, nuestras milicias no tienen armas. Las únicas armas son su espíritu de disciplina y su convicción ciudadana”. Estas palabras resuenan hasta nuestros días.

Luego de diversas persecuciones, a los 29 años triunfó en su primera elección popular como diputado por Valparaíso y Quillota en 1937. Con el triunfo del Frente Popular en 1938, abandonó el parlamento para transformarse en el ministro de salud más joven de la historia de Chile, a los 30 años. En un momento de crisis del Frente Popular, acompañó al Presidente Aguirre Cerda en un episodio conocido como el “ariostazo”, cuando le fue ofertado a aquel Presidente, para el que gobernar era educar, escapar a Valparaíso, lo que fue rechazado por Aguirre Cerda en los siguientes términos: “El Presidente de la República no se somete a un faccioso. De aquí no me sacarán sino muerto. Mi deber es morir en defensa del mandato que me otorgó el pueblo”. ¡Como no impresionarse con estas palabras pronunciadas casi en los mismos términos por nuestro querido Presidente Allende poco más de treinta años después! ¡Cómo no pensar que tenía vívida en su memoria esa actitud digna de un Presidente de izquierda del que había sido ministro! Instado a renunciar el 11 de septiembre de 1973 y a abandonar el país por el golpista Almirante Carvajal, contestó Allende, luego de una enérgica réplica: “Usted está hablando con el Presidente de la República. Y el Presidente elegido por el pueblo no se rinde”. Nada es casual en la actitud del Presidente Salvador Allende Gossens en ese 11 de septiembre de 1973.

Como no fue casual que ya como senador en 1945, Allende iniciara el largo camino de unir al pueblo tras las banderas de la democracia y de la justicia social. Fue candidato a Presidente en 1952, 1958 y 1964, con derrotas de las que se repuso rápidamente poniendo por delante el tesón que lo caracterizaba, buscando siempre ampliar las fronteras de su convocatoria a partir de convicciones férreas: debían transformarse revolucionariamente las estructuras de dominación para alcanzar lo que él llamaba las “libertades sociales” y la autonomía nacional, pero con el método democrático. Terminó por triunfar en 1970 su vía chilena al socialismo, que no nació de un día para otro. Fue su proyecto de toda una vida. Recordemos un episodio de su época de estudiante, cuando en los años 20 el grupo universitario al que pertenecía, el grupo Avance, se volcó con entusiasmo juvenil a establecer en Chile los soviet de “campesinos, trabajadores, soldados y estudiantes”, a lo que Allende se opuso calificando la propuesta de imitación torpe de la experiencia bolchevique, que no podía tener éxito en Chile. “Era una locura, explicó en 1972 ante los estudiantes de Guadalajara, yo dije que era una torpeza infinita”, entrando por primera vez, muy joven, en conflicto con la ortodoxia ideológica y con el voluntarismo político. Fue expulsado del grupo. Pero Allende nunca dejó de usar su poder de convicción con sus compañeros de partido y especialmente con los jóvenes revolucionarios para instarlos a encaminar sus esfuerzos y radicalidad por la senda de la construcción responsable de una estrategia de cambio que no abandonara los cauces de la democracia. Gastó innumerables horas en ese empeño, hasta el fin de sus días. Muchos jóvenes que manteníamos posiciones radicales inspirados en la gesta guevarista, entre los que me contaba, no supimos escucharlo. Su lealtad con la izquierda y la causa popular fue siempre irreductible, pero desde la construcción de una vía original y chilena de una sociedad igualitaria y justa, en libertad y pluralismo. Relata su asesor Joan Garcés que en la última conversación familiar del 10 de septiembre de 1973 dijo Allende: “nosotros no podemos romper la legalidad porque somos precisamente el gobierno. Siempre hemos luchado a favor de que el respeto por la ley en un Estado democrático corte el paso al despotismo o la arbitrariedad, evitando que los chilenos acaben matándose unos a otros, así como para asegurar a los trabajadores sus conquistas”. Terminaría de preparar más tarde su discurso, nunca pronunciado, en el que anunciaría al día siguiente, martes 11 de septiembre de 1973, una convocatoria a plebiscito para dar un cauce democrático a la crisis que vivía el país. Nunca se apartó Allende de sus convicciones democráticas. Los que dicen lo contrario mienten. Como tampoco nunca se apartó de su proyecto de cambio social, lo que a todos consta. Como tampoco nunca se apartó de su decisión férrea de no someter la dignidad del cargo de Presidente de Chile que le había conferido el pueblo a quienes se imponían brutalmente con la fuerza de las armas, en un acto de baja traición que todavía le duele a la historia republicana de nuestra Patria.

Prefirió Salvador Allende terminar con su vida con mano propia alrededor de las dos de la tarde, como serenamente lo había anunciado a los chilenos a las 9 y 10 minutos del 11 de septiembre de 1973: “Yo no voy a renunciar” dijo. “Colocado en un trance histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”. Entre tanto, combatió personalmente a las fuerzas golpistas, soportó un feroz bombardeo aéreo que destruía el símbolo de nuestra república democrática, el palacio presidencial de la Moneda, no sin antes hacer todos los esfuerzos por salvar la vida de todos sus colaboradores, incluso los que habían jurado defender hasta la muerte a su Presidente. Su empeño logró éxito sólo en mínima proporción, pues la mayoría de los que lo acompañaron hasta el final, y a los que no quiso seguir exponiendo, fue fríamente asesinada, después de atroces torturas, en las horas y días posteriores. Ante todos ellos nuevamente, 30 años después, nos inclinamos respetuosos, en nombre de los socialistas chilenos de todas las generaciones aquí presentes y de los que en todo Chile y el mundo recuerdan hoy los aciagos días de septiembre de 1973, por su fidelidad y heroísmo. Nos inclinamos por cierto ante los compañeros que el Partido Socialista había puesto a disposición del Presidente Allende para cautelar su seguridad personal y que se mantuvieron junto a él hasta el último momento.

No hubiera sido posible el proceso de largas luchas que permitió con tanto sacrificio derrotar a la dictadura y llevar a la Concertación al gobierno, no habría sido posible la inmensa solidaridad internacional que fue determinante en la lucha contra Pinochet, sin el ejemplo de dignidad que constituyó la inmolación del Presidente Allende y que a todos hoy nos inspira y nos obliga. Como dijera el Presidente Lagos, no hay mañana sin ayer, no hay futuro sin pasado. Nos inspira hoy, día a día, la lección de dignidad frente a la indigna acción de los golpistas. Nos inspira la lección de valentía frente a la cobardía y traición de los generales golpistas. Nos inspira la lección de consecuencia del líder que señaló el camino en su última intervención, en aquel discurso jamás escrito y que jamás se borrará de nuestra memoria, en que nos dijo:

“Tengan la certeza de que la semilla que entregamos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia; que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo.

Trabajadores de mi Patria: tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Señaló hace poco el oficial de Investigaciones encargado de la seguridad presidencial que a partir de ese día fatídico, de no haber permanecido leal, nunca más hubiera podido mirarse en el espejo. Decimos nosotros que sin el ejemplo del Presidente Allende, no hubiéramos podido abonar el camino que nos señaló y que nos ha llevado a recuperar la democracia, constituir esta fuerza indestructible que es la Concertación, gobernar a Chile por el bien de Chile y seguir bregando por nuestro sueño de una patria libre y justa.

Presidente Allende: a treinta años de tu muerte y de tu ejemplo imperecedero, los socialistas te rendimos el único homenaje que mereces: renovar nuestro compromiso con tu causa, con las banderas de la democracia y el socialismo que dieron sentido y razón a tu vida y a tu muerte y que seguirán abriendo paso a paso las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir esa sociedad mejor por la que todo lo diste.

Estamos orgullosos de Salvador Allende luchador incansable, de Salvador Allende Presidente de Chile, de Salvador Allende militante socialista, de Salvador Allende compañero.

Pero no sólo los socialistas y las mujeres y hombres de izquierda estamos orgullosos de tu ejemplo. Permítanme citar las palabras de un gran chileno sobre Salvador Allende: “su razón para vivir como hombre y para morir como hombre, se eternizará no solamente en calles y avenidas; en plazas y en estatuas, sino en millones de niños chilenos que se asomarán al mundo de la cultura y de la historia patria, aprendiendo a leer y a escribir su nombre, de generación en generación, mientras Chile sea Chile”. “Como Portales, como Balmaceda, como otros chilenos insignes, Allende escogió. Y escogió a los millones de pobres que esperan contra toda aparente esperanza. ¡Como Portales, como Balmaceda, pagó con su vida la opción que libremente escogió”. Ese gran chileno tiene por nombre Radomiro Tomic.

Presidente Allende, con todos los chilenos dignos, te decimos a treinta años de tu muerte: ¡Honor a tu memoria!
¡Viva Chile!

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