Mi candidatura no tiene como objetivo sólo la búsqueda de un escaño. Si se obtiene, bien. Y en este caso a través de duplicar como Concertación, junto a Soledad Alvear, los votos de la derecha, lo que no es fácil pero tampoco imposible. Y además con el desafío de superar los votos de Longueira, expresión de la derecha extrema que bien vale la pena derrotar y así cortar de raíz sus pretensiones presidenciales futuras. Esta campaña no busca solo un resultado, sino que se inscribe en un proceso. Luego de la declinación de la candidatura del diputado Carlos Montes, se generó un vacío que debía ser llenado, salvo que se dejara sin representación en la campaña de 2005 al PS-PPD-PR en el 20% del electorado nacional que vota en la circunscripción senatorial de Santiago Oriente.
Representar en ese lugar, que es por lo demás en el que vivo, los valores, las ideas y el proyecto de la izquierda democrática y progresista chilena es entonces la motivación principal de esta campaña. He tenido la posibilidad de desarrollar en diversos libros, trabajos e intervenciones estos temas. En dos palabras: soy de los que piensa que los seres humanos somos iguales en dignidad y debemos llegar a serlo en derechos (políticos, sociales, económicos, culturales, ambientales) y en oportunidades de realización de nuestros proyectos de vida. En el “debemos llegar a serlo” está el quid del asunto, pues vivimos en una sociedad que está lejos aún, si se me permite la ironía, de consagrar esa igualdad. Acercarse a lograrla, contra viento y marea, es nuestro “optimismo de la voluntad”, lo que dependerá de los grados de transformación de la sociedad y de la economía que vayamos obteniendo los ciudadanos progresistas y de izquierda a través de la acción política democrática en las instituciones y en la sociedad civil. Se trata de jugarse por hacer posible que nuestros valores igualitarios y libertarios se hagan realidad progresivamente, con luchas de largo aliento, que se van extendiendo de generación en generación.Había entonces un vacío y nadie de nuestro campo político, o independientes cercanos a él, estaba dispuesto a llenarlo. El PPD tenía su candidato a Senador en Santiago Poniente, Guido Girardi, con un gran desafío electoral y no se interesaba por llevar dos candidatos a Senador por la Región Metropolitana, mientras el actual secretario general del PS declaró que no llevaríamos candidato a senador por Santiago. Esto me pareció insólito y ocurriría por primera vez en la historia del socialismo. Y habiendo yo dejado el cargo de Presidente del PS en el congreso de enero de 2005, me pareció que podía y debía ofrecerme para esta tarea.
Luego de haber trabajado intensamente para que Michelle Bachelet se transformara en candidata presidencial primero de mi partido, luego del bloque progresista y luego de la Concertación, me pareció que esto no suponía dejar sin acompañamiento a Soledad Alvear en su opción a senadora por Santiago Oriente, luego de la declinación de su precandidatura presidencial a favor de Michelle. Se trataba de al menos una falta de reciprocidad y de amistad cívica concertacionista.
Después de pensarlo un par de días y consultarlo con quien me pareció necesario, decidí ponerme a disposición de mi partido y de la concertación para acompañar a Alvear. A esta le pareció bien, como lo ha declarado públicamente, lo mismo que a los demás partidos de la coalición. Ha sido la excepción la actual dirección del mío, probablemente porque he sido crítico de ella, pues me parece que no ha hecho lo necesario para haber concluido hace ya tiempo la negociación parlamentaria y darle apoyo pleno y prioritario al despliegue de la candidatura de Michelle. Hay que seguir pensando en el interés general, para eso estamos en política, y no habiendo aún quien se ofrezca, parece ser que mi candidatura se concretará y la voy a asumir como corresponde.
Comentarios